Si estás, o si vas a ir a París en los próximos meses, apunta esta cita en la agenda. El parisino Museo d’Orsay tiene una interesante exposición que se centra el desnudo masculino, y que permanecerá abierta hasta el próximo mes de febrero.
La exposición, que lleva el nombre de Masculin/Masculin, reúne en las salas de este emblemático museo parisino más de 100 obras entre pintura, escultura, fotografía y vídeo para mostrar el cuerpo masculino en todo su esplendor.
Las obras expuestas en el Museo de’Orsay están repartidas en 11 espacios temáticos que recorren el ideal clásico de la belleza masculina, el desnudo heroico, el cuerpo en la naturaleza o el dolor, con obras creadas a partir del año 1800.
Pese a que el desnudo masculino ha sido parte de la formación pictórica entre los siglos XVII y XIX, ha sido más frecuente ver obras de arte reflejando el desnudo femenino, ya que el arte ha permanecido en manos de los hombres durante siglos.
Ahora, con esta exposición se pretende reclamar la importancia del desnudo masculino en la historia del arte y mostrar las distintas formas en las que el hombre desnudo ha sido visto por los artistas.
Sin duda, una muestra imprescindible para disfrutar del arte y de la desnudez del hombre. Algo que como ya hemos dicho, no es demasiado habitual en las exposiciones de los grandes museos, con honrosas excepciones, como la organizó el Museo Leopold de Viene el invierno pasado, bajo el título “Nude men from 1800 to the present day”.
Vía I El País
En Ambiente G I Algunos de los desnudos más hermosos del Museo del Louvre
Menos mal que han abierto una exposición dedicada al desnudo masculino y al culto de la belleza ideal masculina. Durante muchos años las mujeres se han convertido en objetos pictóricos. Desnudas o no, han ocupado un lugar importantísimo en el arte de la pintura, aunque, desgraciadamente, sólo como objetos pasivos que utilizaban su cuerpo para que quedaran plasmados en cuadros. Creo que ya era hora de que se reconociera la infinitud de obras pictóricas que se han producido a lo largo de la historia y que han tenido como objeto bello al varón. Esto demuestra dos cosas: que las mujeres no sólo pueden ser entendidas como objetos sexuales y pictóricos, y que las pinturas que rendían culto al cuerpo masculino tenían (y tienen) una carga homoerótica considerable y boyante.