Después de muertos, a los exquisitos cadáveres que animaron antes la pantalla grande, les devuelven los colores a sus amojamadas mejillas, los empujones que los hicieron salir del armario años después de haber fallecido.
Reinas del destape, resabidos insiders o amantes de una noche o de un buen rato que quisieron recuperar gloria escandalosa encabezando tabloides o firmando libros de tapas de cartón y venta inmediata nos hicieron partícipes de los gustos diversos de los hasta entonces ocultos, algunos de quienes sospechábamos y de otros de quienes jamás habríamos imaginado que fueran, con tanta hombría aparente, amantes de tener en sus camas más pingas que la suya.
A Errol Flynn le iban las tías, los tíos y tocar el piano con el pene delante de la pequeña Shirley Temple, dicen. Anthony Perkins dejaba la psicosis sólo para la ficción porque satisfacía sus apetitos sin prejuicios, comiendo pollas y enjuagando cabosos. Burt Lancaster, Marlon Brando, James Dean, Clark Gable, Monty Clift, River Phoenix o Laurence Olivier fueron pesos pesados a la hora de besar caras sin rasurar. Un puñado entre miles a los que podríamos apuntar otro en caso de que los rumores sean ciertos. Desde luego, si lo son, es tiempo de empezar a creer en las hadas. Si queréis pistas antes de seguir leyendo, la foto de arriba os sobra.
A otros les saltan los rumores mucho antes, cuando deseamos de todo corazón que no mueran jamás. Y dicen, y dicen y dicen, que a finales de los 50, Paul Newman, su esposa Joanne Woodward y el heredero natural del trono de maricas malas letradas, el veteranísimo Gore Vidal, vivieron una feliz relación a tres por un tiempo. Así como parece que Newman, también por un ratito, tomó como amante a Robert Wagner, alrededor del cual la rumorología sobre su ambigüedad sexual ha sido mucho más constante, a comienzos de los 60. Parece que Newman acariciaba entonces más bolas y taco que en su encarnación como Fast Felson en «El buscavidas», tras la primera ruptura de Wagner con sus dos veces esposa, la bellísima y trágicamente desaparecida Natalie Wood.
Habiendo aparcado, oficialmente, dentro de la extraoficialidad esas tendencias a partir de su elevación al megaestrellato a finales de los 60, su rol como «reina oculta» de Hollywood, el que al parecer fuera seducido hasta la saciedad por sus compañeros de generación y Actor’s Studio, Marlon Brando, Monty Clift y James Dean sin aparente éxito alguno, prefirió quedarse en casa comiendo solomillo, que no hartarse de hamburguesas por ahí fuera. Si queréis saber algo más sobre quién lo dijo y de qué modo, y de qué manera otros insospechados, como Steve McQueen, o James Garner estuvieron más o menos interrelacionados con su historia, y el enorme cariño que pese a todo ello tuvo y sigue teniendo por él, con conocimiento de causa, el muy hetero Robert Redford, daos un paseo por este enlace.
Cierto o no, la posibilidad, antes de abochornar, humaniza aún más al grandísimo actor, insuperable caballero y benefactor de hecho. Qué suerte la de su amante esposa, de haber sido elegida por encima de todos los demás.
A mas de uno le hubiera gustado pillarle. Yo no se si son verdad o no y me da realmente igual, me sigue gustando y me seguira gustando.
Que divertido y digno de multiples risas es hacerle outing a alguien que esta esperando en su casa para morir en paz.
Creo que mas de uno habria de hacerse mirar hacia donde camina.
salu2
No pretendo hacer ganancias de enfermos, si te refieres a mí. Mi respeto hacia este sennor supera cualquier otra consideración, como queda claro en mi último párrafo. Un saludo
desde siempre me ha gustado dejarme llevar por la imaginación y pensar que mis actores favoritos son gays, aunque imagino que para ellos como para cualquier personaje popular todo tipo de rumorología deber terminar hartándoles. En cualquier caso los que pasan de mi amor a mi odio mas profundo son todos aquellos que responden a los rumores con demandas por si solo por el hecho de llamarles maricones se les puede pegar algo y son tantos los que se me vienen ahora mismo a la imaginación…