En la mayoría de los casos en que nos hemos preguntado en qué momento empezamos a sentirnos diferentes, somos incapaces de recordarlo.
Es lógico si consideramos que nacemos, no nos hacemos. Así lo creo yo, lo he creido toda mi vida y hoy por hoy estoy convencido de que nací con la virtud de poder enamorarme de personas de mi mismo sexo.
Y sin embargo, a menudo, hay un momento que aceptamos como primer recuerdo válido de nuestra condición homosexual. Mi momento fue a mis siete u ocho años. Pasaba mis vacaciones de verano con mis padres y mis hermanos en un hotel de la costa; y las dos únicas cosas que tengo grabadas de aquellas vacaciones y aquel hotel, son mi hermana mayor bailando en traje de época en no sé qué concurso, y Ricardo.
No recuerdo en lo más mínimo quién era el tal Ricardo, ni cómo acabó jugando conmigo en la piscina. Y aunque no ocurrió nada especial en realidad, recuerdo que disfruté aquel rato de juegos con aquel chico moreno y de bonita sonrisa, cinco o seis años mayor que yo, de una manera que nunca antes había experimentado. Imagino que fue la primera vez que, sin saberlo aún entonces, me sentí claramente atraído por un chico.
Wild Tigers I Have Known (Tigres salvajes que he conocido) es la penúltima película como director del jovencísimo Cam Archer, quien se atreve a entrar en un terreno cinematográficamente poco visitado, el de la homosexualidad en la pubertad.
Wild Tigers… es una película delicada y sensible, pero poderosa, en donde se representa la lucha interna de un chico de 13 años que se encuentra cara a cara con sus sentimientos. Unos sentimientos que crecen despacio, cuando Logan, el joven protagonista se hace consciente de que sus deseos son diferentes del resto, de la norma, de lo que debe ser, especialmente cuando se enamora de Rodeo Walker, curiosamente el único de los otros chicos que no le da la espalda.
En esta película no hay morbo fácil ni erotismo. Hay puro amor, delicadeza, sentimiento. Es una pequeña joya a mi juicio de imprescindible visionado para todos aquellos que seguro, en algún momento de nuestra preadolescencia tuvimos un Rodeo Walker o un Ricardo, que ya no pudimos borrar de nuestro recuerdo.
Para ver el trailer, aquí.
Mi momento fue a los 13 años, con un amigo de mi edad, en la que cada minuto que pásabamos juntos me llenaba de una «felicidad extraña» y que en aquel momento pensaba que era «la verdadera amistad». Tiempo después entendí que aquélla fue la primera vez que me enamoré… ¿Qué habrá sido de él?
Eso mismo me he preguntado yo a veces, qué habrá sido de Ricardo…
me ha gustado eso de nacer con la virtud de poder enamorarme de personas de mi mismo sexo…
eso es!! es una virtud no un defecto!!
por otro lado, la película es un poco parecida al corto «El marica» que hoy he publicado sin saber que tú ibas a hablar de algo similar…
A mí me pasó algo similar, fue entre los 10 y 14 años, un chico genial, de mi edad… no pasó nada… pero a diferencia de vosotros sigo sabiendo de él…
Es que asi lo creo, Pablo. Uno acaba concluyendo que siendo homosexual es un privilegio, no por empenarse en ello, por cabezoneria o lo que sea, sino porque me ha ayudado mucho a ser mas emprendedor, mas luchador, mas tolerante, que se yo.
Por cierto que si que fue «conexion mental» el que coincidieramos en el tema del «amor temprano.» Yo puse el post casi de madrugada en casa y se me escapo la carcajada al ver el tuyo entrar inmediatamente despues 🙂