Hubo un tiempo en que Jon Voight, en lugar de ser ultraconservador, ganaba el Oscar por oponerse a la Guerra en Vietnam y se sentaba en círculos viajando sobre las alas del LSD, y un tiempo en que en Estados Unidos rugían las panteras negras y se saludaba con flores en el pelo la llegada de la Era de Acuario.
Dennis Hopper, Jack Nicholson y Peter Fonda filosofaban al calor de la hoguera fumándose cien porros en una sóla noche en ‘Easy Rider’, y Paul Newman y Robert Redford rompían todas las reglas y se olvidaban de toda frontera cultural y física en ‘Dos hombres y un destino’. Andy Warhol era el Rey de America desde su palacio plateado.
Charles Manson y los asesinatos de Sharon Tate y Rosemary y Leno LaBianca fueron la perfecta excusa para meter entre rejas al mesías ácido, y el tsunami del SIDA, las ejecuciones de Bobby Kennedy, Malcolm X y Martin Luther King y la llegada de Reagan a la Casa Blanca sepultaron, hasta próximo aviso, una verdadera Revolución Popular Americana.
Mientras tanto, y con toda lógica, un Hollywood mucho menos hipócrita que el que ríe hoy las gracias a vampiros adolescentes, encumbró una película, ‘Cowboy de Medianoche’, que pese a ser clasificada X por los censores de aquella época, triunfó en el emblemático año 1969 en su correspondiente edición de los Oscar.
Joe Buck (Jon Voight), es un tarugo texano que ha sufrido más experiencias traumáticas en su corta vida de las que está dispuesto a revelar, y un día, huyendo de una realidad que detesta, saca brillo a su sombrero de cowboy y botas y toma el autobús huyendo a Nueva York, donde está convencido que se hará rico trabajando como gigoló de fácil ascenso. Una vez allí, comprueba que la Gran Manzana es hermosa pero no es Disneyland, y que el dinero como viene se va, y que no hay mujer, salvo aquella que se atreve a romper ciertas reglas, que esté por pagar los servicios de un chulo.
Llevado por los consejos del paticorto y lisiado Ratso (Dustin Hoffman), un ineficaz en principio, pero fiel hasta el final escudero del quijote sin montura, Joe Buck allanará el camino a la supervivencia marcando otra clase de ganado, haciendo chapuzas como chapero de clientes ansiosos de convertir al cowboy en ternero y de redimirse a sí mismos de sus pecados. Joe y Ratso se apoyarán el uno en el otro para seguir escapando el primero hacia un destino aún no definido, y el segundo a su paraíso soñado, Miami. Ambos en un final extremo, no sin sacrificar y sin ser, al menos uno de ellos, sacrificado, conseguirán rozar con los dedos el sueño ideal de Ratso, a la vez que Joe, despojado de su disfraz de cowboy, continúa con el rumbo perdido pero hacia algún lugar adelante ‘skipping over the ocean like a stone‘.
‘Cowboy de Medianoche’ que le supuso además el Oscar al mejor director a John Schlesinger, segundo realizador gay en conseguirlo aquella década tras George Cukor por ‘My Fair Lady’, cinco años antes, es un retrato ecléctico pero fresco entonces y aún hoy fascinante pese a su relativo envejecimiento, de una época en que los dos polos opuestos de Estados Unidos quisieron darse la mano, sin poder ponerse sus asuntos en común y conciliar el sueño de ambos. Las drogas, el sexo, y cómo no, media fauna de la factoría del señor Warhola, compusieron un collage al que puso banda sonora una sencilla pero inolvidable canción de Harry Nilsson, retrato eficaz de los rastreadores de sueños, de los que andan sin tapujos, despreocupados de cualquier otra cosa que no sean los ecos de su propia mente.
PELICULÓN!
El Don Quijote de nuestros días!!
Hace bastante tiempo que la ví pero recuerdo que me gustó mucho:))
Hace bastante tiempo que la ví pero recuerdo que me gustó mucho:))
creo que no la he visto, la echaré un vistazo y la veré bajo otro punto de vista 😉
esta un poco veterana, por no decir vieja, pero es muy buena peli.. exitos
kiss
♥