Pedro Almodóvar estrenó esta película en 1987, atajando de forma directa las relaciones amorosas entre personas del mismo sexo.
La historia de la Ley del Deseo gira en torno a Pablo (Eusebio Poncela), un director de cine y teatro que malvive enamorado de Juan (Miguel Molina), un chico bisexual bastante independiente. Su vida cambiará cuando Pablo conoce a Antonio (Antonio Banderas), un chico joven, impulsivo y extremadamente celoso. Así se forma un triángulo amoroso cuyos derroteros serán vertiginosos y excitantes.
Recuerdo haber visto esta película, sólo en mi habitación cuando tenía unos 11 años aproximadamente. Por aquel entonces, yo ya era consciente de que sentía una gran atracción hacia los hombres, lo cual no me generaba muchísimas preguntas.
Por entonces, ya había asumido que aquello de ser maricón era un hecho, aunque cabía la posibilidad de ser bisexual. Posibilidad fortalecida por la figura de Miguel Molina en esta película que veía en una TV en blanco y negro, de esas portátiles.
Sin embargo, existían algunos aspectos de mi «futura sexualidad» (porque yo me planteaba que sería maricón cunado fuera mayor, era impensable serlo en aquel pueblo) que no me encajaban del todo.
Uno de ellos era la penetracoión anal, no en sí misma, sino la postura que por entonces sólo cabía en mi imaginación. Aquella postura del perrito, con cierto carácter de sumisión y de humillación impuesta por la conducta y hacer de la sociedad.
Pero en aquella película, descubrí que la penetración anal no tendría porque realizarse sólo de aquella manera. Allí estaba Eusebio Poncela penetrando a Antonio Banderas. De frente a frente, mirándose a la cara. Pudiendo clavar su mirada en la del otro.
Recuerdo la terrible excitación que me produjo, y aún me produce, una de las primeras escenas de la película en la que el director va dando ordenes al joven, vestido únicamente con un slip, para que se excite frente al espejo hasta acabar masturbándose en la cama.
Opinión personal e intransferible: Una película imprescindible, agradable, vertiginosa, excitante y educativa.