Castro es una hermosa calle residencial con deslumbrantes casas victorianas, una de las principales características de la ciudad de San Francisco, y como también es característico, desde las faldas de Twin Peaks hasta Divisadero, donde muere la calle, si quieres hacértela caminando, tienes que sortear dos empinadas colinas, entre las cuales se sitúa una de las paradas imprescindibles de la ciudad, justo entre Market y la 19. La Meca. El centro neurálgico e histórico del poder y la movida gay de San Francisco.
Desde allí, bajando Market hacia Downtown y aproximadamente hasta la altura de Safeway, puede considerarse también zona gay. Una L urbana plagada de bares, cafeterías y restaurantes, tiendas de ropa y decoración, barberías, video clubs, sex shops, librerías y gimnasios donde el ambiente es constante, tanto de día como de noche en interiores o en las terrazas que bajan por Market. No hay apenas hora del día en que Castro no esté en ebullición.
De todos estos rincones, cabría destacar varios, sin duda, pero para mí y para cualquiera, la «Joya de la Corona» es Castro Theatre.
Castro Theatre, situado en el 429 de la Calle Castro, entre el cruce de la 17 y Market y la 18, nació en 1922, y con un espectacular diseño exterior, con reminiscencias de catedral mexicana, y un elegante interior con claras influencias española, italiana y oriental, es uno de los pocos cines de Estados Unidos construidos en los años veinte que sigue activo, y de qué modo.
Entre los años 1922 y 1976, Castro funcionó como sala de estrenos y reestrenos, pero a partir de entonces y hasta la actualidad, ha pasado a tener vida propia y diría que única en la ciudad, proyectándose todos los días del año títulos clásicos, cine de culto gay o multicultural, además de ser la sede del San Francisco International Film Festival, Noir City: The Film Noir Festival, The SF Asian American Film Festival, The German Film Festival, The San Francisco Jewish Film Festival, SF Indifest, The Silent Film Festival, Midnite for Maniacs o el «Shock It To Me!» Classic Horror Film Festival.
Además, todos los años, la ceremonia de entrega de los Oscar se proyecta en el teatro en pantalla grande. El público que acude a la retransmisión en directo debe ir vestido para la ocasión, naturalmente. Aún hay ecos de hace un par de ediciones, cuando el teatro se llenó con la ilusión de dar por hecho que Brokeback Mountain ganaría el gran premio. Según me cuentan, después de la decepción hubieron abucheos, pero sobre todo, muchas lágrimas.
Entre los muchos encantos de esta lujosa joya de la ciudad hay una costumbre constante que se repite al principio de cada proyección, cuando el órgano de tubos Wurlitzer que antecede al escenario empieza a ser tocado con los acordes de una canción que se ha convertido con el tiempo prácticamente en el más reconocible himno popular de la ciudad:
«It only takes a tiny corner of
This great big world to make the place we love;
My home upon the hill, I find I love you still,
I’ve been away, but now I’m back to tell you…
San Francisco, open your golden gate
You let no stranger wait outside your door.
San Francisco, here is your wanderin’ one
Saying «I’ll wander no more.»
Other places only make me love you best,
Tell me you’re the heart of all the golden west.
San Francisco, welcome me home again;
I’m coming home to go roaming no more!»
A sus espléndidos 85 años, Castro Theatre está más vivo que nunca. Prometedme que cuando vengáis por aquí, será una de vuestras primeras citas. Os aseguro que no os decepcionará.
Describes tu ciudad de tal manera que dan ganas de visitarla ya mismo. Lo haces con cariño y sacando su lado bello.
Gracias amor. Se ve que se me cae la baba, eh?
Siga aqui o acabe trasladandome mas al Sur, se con seguridad que seguire amando esta ciudad siempre. Te ha pasado alguna vez que te has enamorado de una ciudad? Pero enamorarte de veras? Yo siempre crei que eso sonaba tan absurdo que era imposible hasta que me paso a mi 🙂
En fin, que ya escribire mas articulos sobre San Francisco, que tiene ademas un pasado fascinante.
un beso.