Su frágil salud formó parte de su leyenda tanto como su sentido del humor, sus apasionados romances, su activismo social o sus ojos color violeta. Cuando semanas atrás fue ingresada en el Cedars-Sinai de Los Angeles, eran muchos los que daban por hecho que Elizabeth Taylor volvería a salir airosa para seguir iluminando, en vida, las colinas de Hollywood, con el fulgor de quien era sin duda, la última de las grandes estrellas del Cine Clásico. Esta vez, sin embargo, los hermosos ojos de Liz han decidido cerrarse para siempre.
Con la muerte de la Diva, se acaba una era que permanecerá no sólo en la memoria de cinéfilos, sino en la de toda la Comunidad Gay Internacional que tuvo en Ella a su primera aliada en su activismo contra el SIDA y a favor de nuestros derechos y a la más influyente mariliendre de la Historia del Séptimo Arte.
Estrella
79 años atrás, Elizabeth Rosemond Taylor nació en Hampstead, Londres, Inglaterra, y desde un primer momento se vió predestinada a trabajar en el Mundo del Espectáculo. Su padre, Francis Lenn Taylor era marchante de arte, y su madre, Sara Viola Warmbrodt, actriz. La belleza natural que la luego estrella heredó de ambos desde su niñez hizo que inmediatamente tras su llegada a Estados Unidos, llamase la atención de los agentes cinematográficos ya que el mismo año en que se instaló en Nueva York procedente de Inglaterra, 1939, David O. Selznick, productor de ‘Lo que el Viento se Llevó’, quiso contar con ella para interpretar el breve papel de hija de Scarlett O’Hara (Vivian Leigh) y Rhett Butler (Clark Gable). Sin embargo, fue considerada demasiado joven (no había cumplido aún siete años), para el personaje.
Pero su debut no se haría esperar y tan sólo tres años después de esta intentona fallida, comenzaría una monumental carrera en el cine plagada de clásicos imprescindibles para entender la evolución del cine norteamericano en las últimas ocho décadas, ‘National Velvet’, ‘Mujercitas’, ‘El Padre de la Novia’, ‘Un Lugar en el Sol’, ‘Quo Vadis’, ‘Ivanhoe’, ‘Gigante’, ‘El árbol de la Vida’, ‘La mujer marcada’, ‘Cleopatra’, ‘¿Quién teme a Virginia Woolf?’, ‘Ana de los Mil Días’, ‘El pájaro azul’, que le harían ganar dos Oscar mientras pasaba a los libros de cuentas de la Industria por ser la primera mujer en recibir un millón de dólares de sueldo por trabajar en una película.
Pero por lo que a nosotros se refiere, tres títulos imprescincibles marcan su trayectoria como tres referencias inevitables en la historia del cine gay norteamericano, ‘La gata sobre el tejado de zinc,’ ‘De repente, el último verano’, inspiradas ambas en sendas piezas teatrales de Tennessee Williams y suavizadas (censura de la época mediante) en su traslación cinematográfica, y ‘Reflejos en un Ojo Dorado’ en donde un sugerente John Huston tomó como base la novela homónima de Carson McCullers poniendo al lado de Taylor al mismísimo Marlon Brando, como el marido enamorado… de un soldado raso.
Brando no sería el único partenaire gay (entendiendo bisexual como tal en este caso) que compartiría cabecera de reparto con Liz Taylor. Roddy McDowall la acompañó en sus primeras películas de infancia, Rock Hudson y James Dean compondrían con ella el trío protagonista de ‘Gigante’ de George Stevens, durante cuyo rodaje, la accidental muerte de Dean mandaría al hospital a la actriz tras sufrir un shock emocional. Pero entre ellos y otros muchos más, destacó alguien para quien Elizabeth fue más que colega y confidente. Además fue, como mucho, la mejor de las amigas.
Monty
Montgomery Clift, Monty, tenía 12 años más que Elizabeth, pero era casi un hermano pequeño para ella. Ella le protegía a él, de la mala uva de los cineastas y de sus propias carencias. Si la debilidad de la actriz era física, la del actor era emocional. Monty era enormemente frágil e inseguro. Adicto a los antidepresivos y el alcohol, una homosexualidad nunca del todo asumida, hizo del hermoso debutante de la generación dorada del Actors Studio un muerto en vida, objeto de crueles burlas y bromas por parte de directores y productores. Juntos hicieron tres películas, ‘Un lugar en el Sol’, ‘El árbol de la vida’ y ‘De repente el último verano’. Durante el rodaje de la segunda de ellas, tras salir una noche de casa de Liz, ebrio, al volante, chocó violentamente contra un poste de teléfono. Se destrozó la cara, rompiéndose la nariz y mandíbula. Ella fue la primera en asistirle personalmente, sacándole un diente que se le había incrustado en la garganta, para impedir que muriese ahogado.
El rostro de Monty nunca volvió a ser el mismo, y aunque no le faltó luego trabajo, sin embargo, incapaz de reconocerse en el espejo, Clift se enterró aún más en el infierno de las adicciones, muriendo prematuramente, cuando apenas contaba 46 años, de un ataque al corazón, poco antes de empezar el rodaje de la película que les habría unido por cuarta vez, tras forzar Taylor a los productores a contratarlo, justamente ‘Reflejos en un ojo dorado’, rol que pasó a manos de Brando a petición propia, como homenaje póstumo a su colega de generación.
Tal vez, muchos quieran ver el eco de su relación, muchos años más tarde, con el que la diva mantuvo con Michael Jackson, al igual que Clift, débil y aterrado ante la necesidad de madurar por sí mismo. No por casualidad, también Jackson falleció a edad temprana, adicto también a unos medicamentos que acabaron dando por concluida prematuramente su vida.
Cruzada
En 1985, la actriz vuelve a despedir a un gran amigo, Rock Hudson, primera víctima notoria del SIDA en Hollywood. A raiz del trágico suceso, la actriz colabora activamente en la creación del American Foundation for AIDS Research (Fundación Americana para la Investigación del SIDA) y posteriormente la ‘Elizabeth Taylor AIDS Foundation’.
De ambas organizaciones Elizabeth Taylor pasó a ser co-chairman y voz internacional, y su labor al frente de las mismas se convirtió en su primera actividad en los últimos veinte años, en que se alejó prácticamente por completo de la interpretación para centrarse en la recaudación de fondos que sumaron más de 100 millones de dólares, cifra que continúa aumentando gracias a la estela de su nombre. Por su marcado compromiso al respecto, ganó el galardón especial Jean Hersholt y el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades 1992.
Durante la concesión de dicho galardón, la actriz hizo explícitamente una solicitud: “Ayudénme a cambiar el Mundo”. Hoy, la Dama del Imperio Británico, excéntrica, glamurosa, bellísima, explícita, imprescindible, puede irse directamente al Cielo, sin paradas previas en controles anti excesos, para deslumbrar con su luz allá arriba lo mismo que su estrella hizo aquí abajo, sabiendo que en efecto, gracias a ella también, o especialmente gracias a ella, el Mundo cambió y de qué manera. Descanse en paz, Señora.
Se fue una grande.
Mas allá de su gran talento como actriz y su belleza sin igual, Elizabeth fue una luz, con su suave voz y frágil cuerpo sostuvo el verdadero significado del amor: que todos somos igualmente valiosos; desprendiéndose de sus famosos diamantes que lucia en su rostro abrió los corazones del mundo no sólo a los estragos del VIH/SIDA sino también por completo a los derechos humanos, ella se levanto con su gracia, candor y sobre todo con valor para decir simplemente la verdad: que todos somos uno y que el mundo debería comprenderlo y aceptarlo.
En los días oscuros de ignorancia y prejuicio contra los afectados por la enfermedad Elizabeth se mantuvo en la primera línea del frente de batalla, siempre lista para dar amor, confort y dignidad a aquellos cuyas vidas habian sido devastadas y se enfurecia si escuchaba a alguien decir que los enfermos de VIH/SIDA eran moralmente inferiores o la enfermedad un castigo divino.
Ella dijo que cuando encuentras al amor de tu vida, nunca lo olvidaras. Nosotros te amamos también Elizabeth.
Buenas noches, Gran Dama.
Más que una belleza irrepetible, una gran actríz o ícono de Hollywood con marca registrada por todos lados, se fue un gran ser humano, que amo mucho a su manera, tanto a hombres como amigos por igual, jamás se preocupo por el que diran y así fue desde sus romances escandalosos como cuando acepto que era alcoholica y adicta a analgésicos y se rehabilitó en Betty Ford o cuando le puso rostro como activista a esa mortal y desconocida enfermedad en aquella època que padecia su amigo y su ex nuera.
Una mujer hermosa por dentro y fuera que jamás guardo apariencias y con la verdad, siempre por delante, auténtica y real como ninguna otra, descansa en paz, Elizabeth Taylor.
Preciosa de joven, ha sido una gran pérdida…
Una verdadera estrella llena de luz brilla en el firmamento.
Una dama siempre sabe cuándo retirarse, siento desde ayer muchísima tristeza. La última gran diva de la época dorada del cine, se ha ido. Sin duda su legado, nos recordará que fue una mujer tan bella por dentro como por fuera. Su lucha humanitaria, sus películas que son grandes clásicos, su amor por la vida, incluso su escandalosa vida romántica nos muestra que fue una mujer con carácter, apasionada y con buen ánimo ante las dificultades.
Descanse en paz Dame Elizabeth Taylor.
Llevo un par de días pensando que es triste, pero, bueno, estaba mayor y tampoco es que tuviese muy buena salud. Es una tristeza, pero a todos nos llega la hora, nos queda en el recuerdo… todas esas cosas.
Pero ha sido esta entrada la de verdad la que ha conseguido emocionarme, más allá de su «papel técnico» en la vida, has sabido retratarla desde otra perspectiva a cómo se la ha estado viendo estos últimos días. Gracias.
La verda es una auténtica gran pérdida. Es un buen momento para recuperar dos grandes clássicos protagonizados por ella con tramas gays (aunque muy, muy a escondidas): La gata sobre el tejado de zinc y De repente el último verano.
tan cercana era a su gente que hasta tenía Twitter, cuando habló furiosa sobre la película que filmarían sobre ella, no sé, sentí emoción de ver en mi blackberry palabras escritas al momento por ella, jajaja aww 🙁 la amo y espero que su ejemplo sea imitado por muchos actores, y se dejen de tonterias con eso de aplicaciones para curar homosexualidad y demas…he dicho!
Nos deja una de las grandes artistas, destacada no solo por su espectacular trabajo en cintas clásicas de Hollywood sino que también por su ferviente compromiso en la lucha contra el VIH SIDA, gracias a esta gran mujer, muchos enfermos lograron acceder a mejores medicamentos contra el VIH y mejorar su calidad de vida.
Hoy solo nos queda recordarla y seguir apoyando fervientemente su causa en la lucha contra el VIH, para que muy pronto se encuentre una solución a esta pandemia.
Por otra parte me gustaría manifestar mi absoluta INDIGNACIÓN con una agrupación religiosa llamada Iglesia Bautista de Westboro quienes hicieron un llamado a »Abuchear el funeral de Liz Taylor», ya que repudian las acciones sociales que Taylor realizó en ayuda a los enfermos de sida. Esta agrupación se ha destacado por atacar a homosexuales y han echo carteles que dicen »DIOS ODIA A LOS MARICAS» con los que pretenden ir al funeral de Liz Taylor.
Me parece que es una falta de respeto hacia una persona fallecida y creo debiesen tomarse acciones contra estos personajes que se hacen llamar cristianos.