Menos mal que alguien pone algo de cordura en Brasil: ha sido el Tribunal Supremo Federal del país americano el que ha echado atrás la censura del alcalde de la ciudad de Río de Janerio Marcelo Crivella, que había mandado recorrer la Bienal del Libro en busca de «contenido impropio» como el del beso gay que aparece en el cómic Vengadores: la Cruzada de los Niños.
Hace unos días, el diario Folha de São Paulo publicaba una carta redactada por Celso de Mello, ministro de la Corte Suprema, donde se señalaba claramente el cariz que estaba tomando el país:
(…)Bajo el signo del retroceso, cuya inspiración resulta de las tinieblas que dominan el poder del Estado, un nuevo y sombrío tiempo se anuncia, de la intolerancia, de la represión al pensamiento, de la prohibición ostensiva al pluralismo de ideas y del rechazo al principio democrático.
Mentes retrógradas y cultoras del oscurantismo, y apologistas de una sociedad distópica, se erigen por ilegítima autoproclamación, a la condición de sumos sacerdotes de la ética y de los patrones morales y culturales que pretenden imponer, con apoyo de sus acólitos, a los ciudadanos de la república. (…)
Ahora ha sido la Corte del Tribunal Supremo la que ha echado por tierra esa flagrante censura ya que:
El régimen democrático presupone un ambiente de libre tránsito de ideas (…) reconocemos el derecho a la preferencia sexual como directa emanación del principio de la ‘dignidad de la persona humana’: derecho a autoestima en el más elevado punto de la conciencia del individuo. Derecho a la búsqueda de la felicidad.
O lo que es lo mismo, que la censura no tiene sentido en un país democrático como Brasil, a pesar de que desde la llegada de Bolsonaro al poder los sectores más conservadores han buscado volver al país al pasado en materia de igualdad y no discriminación del colectivo LGTBI. Cabe recordar que el presidente electo de Brasil declaró hace unos meses que «Hay que sacar a palos al gay que hay en tu hijo«.
Esta decisión del juez tiene peso jurídico pero también simbólico, ya que la Bienal del Libro está recibiendo más atención tristemente por las protestas y los paseos de los fiscales buscando material inadecuado que por el evento en cuestión.
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