El Día de Julio, de Beto Hernandez, es básicamente un cómic muy personal que nos cuenta toda la vida de Julio, desde que nace hasta que muere. La verdad es que dicho así parece que va a ser un cómic larguísimo y aburrido, pero todo lo contrario. Beto Hernandez selecciona los momentos más cotidianos y a la vez más definitorios de la vida de Julio, un mexicano que nos acompaña para que veamos los cambios sociales del siglo pasado.
El día de Julio
Su obra Palomar es comparada al inicio con «Cien años de soledad», de Gabriel García Márquez. A mi «El día de Julio» me ha recordado mucho a «La casa de los espíritus», de Isabel Allende. Una novela familiar en la que vemos como, generación tras generación las historias y los comportamientos pueden repetirse. Todo desde el punto de vista de Julio, que nace en el año 1900 y muere en el año 2000. Cien años de historia en tan solo 116 páginas en blanco y negro.
Conocemos así al tío Juan, un familiar despreciable que guarda un terrible secreto. A la mamá de Julio, que acompaña a su hijo en este viaje que es la vida, una demostración de lo fuertes que suelen ser las madres en los núcleos familiares. La trágica historia del hijo de los Gómez, de quién la hermana de Julio está enamorada. O la historia de Julio Juan en la que vemos los cambios de mentalidad.
La historia tiene su trama gay, pero por destripar la historia no contaré más. Pero es de estas que llega al corazón, contando muy poquito. Beto consigue que te encariñes en seguida del tremendo árbol familiar de Julio. Y es que en una novela en la que pasan tantas cosas, Hernandez logra no saturar de información y capturar, a modo de Polaroids, los momentos más importantes de esta saga familiar.
Un cómic recomendable para leer una primera vez para pillar la historia y lo personajes y releerlo varias veces para disfrutar de cada momento, de cada sentimiento y de cada muerte. Porque en este cómic muere más gente que en la Boda Roja de Juego de Tronos, las cosas como son.
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