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Normalito

06/08/2008 por Dan 9 comentarios

satiro
En el mundo del ligue gay, ser «normalito» es una putada según muchos. Porque en esta variante del escaparatismo charcutero, o llamas la atención por el diseño, por el exotismo de unos ojos dispuestos así o una piel coloreada asá, o en varios casos, por un miembro imposiblemente apretuñado entre los ardientes pliegues de los shorts en la entrepierna, o pasas desapercibido y te conviertes en bocado propicio más bien para aquellos amantes de ocultas bellezas hipodérmicas. Porque muy bien, todo lo que queráis, que la belleza está en el interior, que de nada vale un precioso envoltorio si acabas hasta el moño del contenido y que uno se enamora de la persona, no de su aspecto y bla bla. Todo eso es cierto, pero todos sabemos a qué me refiero y, venga ya, hay muchos que están de acuerdo. Al menos en los primeros tonteos. No es mi forma de pensar, quizás tampoco la vuestra, pero qué vende y qué no.

Ser diana del objetivo telescópico del cazanabos eleva el ego. No está mal, siempre que este no nuble y des con tus morros de narciso en el muro de la insufrible bobería. Cosa que es tan común, y por serlo, si se presume de ello, tan vulgar y propio no sólo de gays, que acaba restando los puntos que habían dejado al adonis al borde del precipicio del cero.

Y es precisamente la falta de presunción la mayor virtud del normalito, porque el presuntuoso suele terminar por perder los pluses que se fue sumando, mientras que el de neutra belleza dejó las puertas abiertas a toda clase de expectativas reservándonos, con bastante frecuencia, generosas sorpresas.

kalcetin.es

Aitami, Armiche, Ayoze… no recuerdo, era el nombre por el que no querías ser nombrado. Tus padres lo eligieron en aquella época en que bautizar a los hijos con nombres guanches era como cool o revolucionario o doctrina «simplaria.» También me he olvidado de tu primer nombre, más convencional, con el que te presentaste y por el que te gustaba que te llamasen, porque el otro era, según tú, como de clase baja. Sin embargo, ninguno de los dos olvidamos cómo te llamé espontáneamente un día, «Culito», te tronchaste entonces de la risa. Yo no hice más que honor al más precioso trasero que ví hasta ese momento en mi vida, y el único, confieso, que me hizo literalmente, hacer caer la baba.

Nos conocimos a través de una sección de contactos de no sé dónde, de cuando el ligue digital era menos recurrido. Tu carta de presentación te definía moreno, pelo corto, masculino, 20, delgado y normalito. Y dejaste claro que si nos veíamos y nos nos gustábamos, no importaba. Un saludo entonces y feliz regreso a casa, pero nos vimos y para sorpresa tuya, me gustaste muchísimo por todo. Por tu espontaneidad de chaval sin disfraz, tu masculinidad llana, tu combinación de chico de barrio y el reverente eclecticismo de gustos literarios que iban de la devoción por Anne Rice al franco apetito por Nietzche. Me gustó que dijeras que sólo habías besado antes a un hombre, me gustaron tus manos y que dejases tu coche aparcado para subirte al mío, en aquella época en que no había otro lugar más que el hogar paterno, para charlar y dar paso, si cuadraba a lo que quisiéramos hacer cuadrar. Y cuadró.

Hablamos de trivialidades después de habernos atrevido a empujarnos con introducciones insospechadamente profundas. Ambos sabíamos que no era más que una excusa para forzar al otro a proponer el beso. Lo propuse yo y de ahí no paramos. Te reiste cuando nombre a Dios al chuparme los pezones, envolviéndolos en un hálito cálido que me transportó del asiento recostado del conductor a un octavo cielo. Con tu beso masculino, simple, profundo, sabroso, envuelto en la seda de tus labios, envolviendo a los míos, subiendo y bajando tu cabeza, mientras acariciaba tu sólido cuello de densos tendones de deportista despistado de la preciosidad del propio cuerpo, labrado a base de playa y fútbol de fines de semana. Mi gesto favorito fue para tí, abrazarte, abarcando tu hermosa espalda mientras no cesabas de comerme la boca y yo me dejaba, sencillamente, amamantándome de tu sabor a beso cerrado. Amé tu jugo constante. Y cuando descubriste, que tu inexperta actitud era capaz de hacerme gemir sin poder articular ni una palabra razonable mientras me saboreabas con generosidad entre las piernas, te entregaste a besarme arriba y abajo, sin prisas, dedicando a cada zona un tiempo que supiste definir justamente, hasta que te convertiste en una droga de cita semanal de la que no quise prescindir. Por mi parte, intenté también satisfacerte regalando a tu hermosísimo pene en su normalidad tan, según tú, estándar, lo mejor de mi cariño sin palabras, mientras estirabas hacia atrás la cabeza y los brazos, dejando al descubierto el bellísimo doble abanico del vello de tus sobacos perfectos.

Tras un tiempo, porque todo acaba, por alguna razón que tampoco recuerdo, dejamos de vernos. Nos fuimos distanciando por no sé qué. Jamás te he olvidado. Supongo que de algún modo, estuve enamorado de tí.

De habernos dejado guiar por el referente normalito o de haberte querido elevar hasta quedar a la altura del mono, guapete, guapo, morboso, no lo habrías sido tanto, porque presumir a viva voz de ello te habría restado franqueza, luego morbo, y todo ese encanto del que venías sobrado porque no eras consciente de ello. Y ahí está la diferencia entre el que se vende normalito y el que presume de guapo. Que el primero supera sus propias expectativas. El segundo, demasiado a menudo, se queda por debajo, en cualquier sentido. ¿Va a ser por eso que a menudo recordamos tanto a los normales, y apenas somos capaces de acordarnos de la mayoría de los aspirantes a portada y estampa?

Archivado en:Curiosidades, Erotismo Etiquetado con:beso, contactos, gay, morbo, piel

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Comentarios

  1. Bm dice

    06/08/2008 en 23:16

    En fin, esto está hoy raro y se borran los comentarios. Te decía que me encanta cómo escribes, y que nos abras una ventanita a tu vida de vez en cuando.

    Por mi parte, no tengo nada que destaque, y, si bien es cierto que eso me ha alejado de los «super adonis qué bueno estoy, qué guapo soy, qué tipo tengo…» lo cierto es que, me ha ido muy bien con el resto (que no han sido ni muchos, ni pocos).

    En fin, coincido contigo, y yo incluso voy un paso más allá, cuando veo a esos «superfashion» intentando ligar conmigo (vía chat o donde sea), directamente… paso. La gran mayoría (y mira que es malo generalizar), no buscan otra cosa que añadirte a su lista, y comentar al día siguiente por todo el ambiente los pelos, y las señales. Supongo que por «deformación profesional».

    ¡Saludos!

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  2. guiem27 dice

    06/08/2008 en 23:18

    Yo también soy normalito.. 🙂 Y sí,la mayoría de tíos guapos saben que son guapos y están riquísimos de la muerte y pierden todo su encanto, pues sólo buscan sexo y pollones descomunales. Bueno, quizás me pase un poco, pero bueno, qué viva lo normalito!

    Responder
  3. solrac dice

    07/08/2008 en 03:00

    Pues si, los normalitos somos mejores y se nos quiere por como somos y no por lo que aparentamos. Y nunca tendremos la duda de si estan con nosotros solo por nuestro físico xD
    Aunque supongo que esto es más fácil de reconocer cuando estás por encima de los normalitos eh Dan? Porque estás al otro lado del charco que si no…guapo!!

    Responder
  4. Sugus dice

    07/08/2008 en 09:32

    Me ha encantado el relato, me gusta la sensualidad y la fuerza de la historia, cierta o no, es lo de menos. Ah! y también estoy totalmente de acuerdo contigo,»podeeeeeer normalitoooo». Un besote

    Responder
  5. leonconmac dice

    07/08/2008 en 14:00

    Como siempre estas relfexiones-historietas de Dan son muy buenas y con una descripción que no te deja fuera. Yo no me considero nada porque no soy creido y tampoco tengo un prototipo físico de chico, porque al fin y al cabo todo lo físico caduca, mientras que lo demás permanece. Un saludo.

    Responder
  6. LenStyle dice

    07/08/2008 en 15:45

    Como siempre… perfecto

    Responder
  7. petetetito dice

    07/08/2008 en 16:49

    Me tachareis de algo q no soy pero alla va.

    Odio q me llamen guapo!!! hay veces q la gente se acerca a ti para algo q no quieres, incluso a veces me siento utilizado, es mas me han utilizado y no soy nada ESPECIAL, lo aseguro… mentiria si dijera que quiero ser mas feo, porque eso no le gusta a nadie pero os aseguro q a veces me gustaria q la gente q a mi me gusta no me viera guapo, y asi saber q si hay algo de mi q les gusta, eso esta en el interior… xq esas cosas son las q enganchan a una pareja de verdad…
    Si solo me quieren por lo guapo q soy…en el momento q se cruze otro mas guapo le perdere y yo me habre qdado enganchado como una vez ya pase…

    NO soy guapo pero me encanta ser como soy, no SOY feo pero men encanta lo feo q soy y todos, incluso los SuperMegaEstupendos acaban con alguien NORMAL… porque señores aqui lo q gusta es algo guapo para una noche pero el q se enamora de uno feo se ha enamorado del interior.

    y si esta reflexion no os a gustado, aqui va otra que dice mucho un amigo mio: «yo voy a por los feos xq se q va a ser mas dificil q me los quiten»

    Puf menudo mezcladillo me ha qdado pero weno…un beso a tod@s y espero q sepais interpretar este comentario.

    Responder
  8. dan dice

    08/08/2008 en 10:39

    Joder, cómo enriquecéis el post 😉 Os quiero, cojones.

    Lo cierto es que el «normalito» a mí me pone como una moto, porque generalmente tienen un morbo tan natural, tan inconsciente… y tan masculino por algún motivo!!! Ese no quererse tanto hace que te quieran más. Nusep.

    Jeje, Carlitos, que no, que nunca me he considerado algo especial. No sé qué decir cuando dicen que soy especial, que doy morbo, qué sé yo… Supongo que creérselo deja entrar cierto tipo papanatismo. Luego llegan las obsesiones con buf esa chicha, oigh esa cana, o Dios mío me crujen las rodillas. No se admiten los cambios, ni el envejecimiento ni nada. Creerse guapo trastorna, aunque sea un poquito, creo. Tarde o temprano, de un modo u otro.

    Y veo que los pequeños relatos no os desagradan 🙂 Intentaré meterlos sin que queden muy forzados, y siempre que la censura no me meta tijeras!! Por cierto que todos están basados en experiencias. Me gusta recordar lustrosos momentos… ya me he puesto colorado :S

    Besos, nenes.

    Responder
  9. sonia dice

    08/08/2008 en 14:08

    ¡Gracias por compartirlas con nosotros! no solo la historia es bonita si no además como la cuentas.
    Solo tu te puedes permitir el lujo de dejar escapar a alguien asi.
    Un besito.

    Responder

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