La diversidad está en juego cada día. Al que no es hetero. A la mujer. A quien no nació aquí (o nació, pero sus progenitores no). Por eso es tan importante seguir saliendo a la calle, seguir quejándose y sobre todo, seguir haciendo vida normal. Aunque duela, ni un paso atrás. Porque aquí estamos y aquí vamos a seguir. Porque hay gente que tiene que darse cuenta que la violencia es lo que no debería ver la infancia y no una muestra de amor normal y corriente.
Los hechos sucedieron la noche del miércoles en el paseo de Carmelitas de Salamanca. Una parada de autobús y dos chicas besándose en ella, como cualquier otra pareja que se despide, o simplemente pasa el rato mientras llega su medio de transporte.
En ese momento llega un individuo y les increpa, como él mismo ha reconocido horas después ante el juez tras ser detenido, que lo que están haciendo «es una vergüenza (…) no se podía hacer (…) que había niños delante».
Por si no fuera suficiente, en ese momento el individuo en cuestión da un bofetón a una de ellas, la tira al suelo y le da al menos una patada en la cabeza. Ojo porque según la pareja de chicas, esa persona llegó a sacar un cuchillo (algo que todavía no ha sido verificado ni confirmado por el individuo).
Pocas horas después el hombre, que no contaba con antecedentes previos, pasó a disposición policial por un delito de lesiones y otro de odio. Allí ha reconocido los hechos, salvo la parte del cuchillo.
En cualquier caso, terrorífico y un atentado contra la normalidad y la diversidad, una piedra más en la mochila que invita no solo a no darnos un beso con la persona a la que amamos, sino también a cortarnos incluso con muestras de cariño y complicidad como darse la mano.
Y si algo no se ve, no existe. Me explico: si ese niño o esa niña no ve que también hay otro tipo de familias y personas que no son hetero, ¿cómo va a saber que lo que siente es total y absolutamente normal? ¿Cómo va a no sentirse un bicho raro? Y esto sirve también para heteros: ¿cómo van a normalizar algo que vive oculto?
Deseamos la pronta recuperación de las agredidas y que caiga todo el peso de la ley sobre el agresor.
Vía | La Gaceta de Salamanca
Parece que se os olvida que el agresor es musulmán, y que el origen de la agresión no está en que nuestra sociedad sea homófoba, que no lo es, sino en que personas que vienen de fuera, con otra mentalidad, nos retrotraen a tiempos pasados.
Con ello, en lugar de denunciar la realidad, os montáis una realidad paralela en la que España es homófoba y poco tolerante, cuando resulta que ocurre lo contrario: somos una de las sociedades más abiertas del mundo.
Escaso favor le hacéis a la causa poniendo el dedo en la dirección equivocada e ignorando el problema real: que tenemos que concienciar a quienes vienen de fuera de que nuestras conquistas en derechos sociales no son negociables y, o aceptan nuestro modelo de sociedad, abierta, o no caben en él.
¿Podrías pasarnos una fuente donde se diga que el agresor es musulmán?
Y por supuesto que no sea de una fuente de ultra derecha.
Puntualizar que el agresor es un hombre de origen magrebí. Detalle que, dadas las circunstancias, no es baladí.
En estas noticias en que se detallan estos ataques a nuestra comunidad estáis teniendo una falta de profesionalidad muy grave, no detallando el origen/religión de las personas que los cometen. Si lo indicarais, se vería que en una gran parte de las ocasiones (como esta) los agresores son musulmanes u otro tipo de extranjeros, que intentan obligarnos a volver atrás en todos los derechos que nuestro colectivo ha ganado en las últimas décadas.
Esta es la realidad de lo que está pasando y contra lo que tenemos que luchar, para evitar retroceder ni un solo paso.
Es triste que aun estando en el siglo XXI continúen estos inconvenientes sociales. Desde que el mundo y la humanidad existe, ha habido y habrá homosexuales por doquier! Basta ya de homofobia!!!
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El problema es que sigamos usando la violencia para resolver los conflictos, incluso si la persona se siente incómoda, la violencia no es la respuesta.