No abundan las buenas noticias. Uno puede estar de copas tan tranquilo y ser atacado, hasta en Amsterdam como han denunciado en su última celebración del Orgullo Gay, o en Oxford Street, la calle más animada del ambiente de la ciudad australiana de Sidney.
«Al menos 3 personas han sido atacados cerca de Oxford St el pasado fin de semana, en una oleada de violencia homofóbica que azota la comunidad (LGBT, se entiende). Uno de los incidentes ocurrio en Taylor Square la tarde del domingo, en la que un hombre fue golpeado en la cara y otro fue herido en la cabeza con una botella. Las victimas fueron trasladados al Hospital St Vincent’s y ya fueron dados de alta. Uno de los presuntos atacantes fue arrestado por la policia y acusado de agresión».
La comunidad gay ha reclamado más presencia policial, aunque ya se hacen rondas continuas. La policía denuncia que de todos los ataques homofóbicos no todos son denunciados, lo que disminuye la necesidad de actuar de las autoridades.
Pero después del lenguaje policial con el que dan cuenta de los hechos, ¿qué nos queda? ¿Miedo en el cuerpo? Está claro que son hechos aislados, pero yo no le quito importancia a la cuestión que en países de supuesta tolerancia como los citados (lo de Amsterdam, ciudad gay en Europa como ninguna, resulta chocante), o el nuestro (no me he olvidado de Sevilla), algún descerebrado quiera agredir a algun gay o lesbiana o transexual.
Vía | Towleroad
Hasta que los homofobos se equivoquen y ataquen a un hetero y vean que no solo es cuestion de ataques a gays sino que unos descerebrados se creen con derecho de agredir a la gente porque no comulga con sus ideas. Vamos que si no le gusta como vas vestido pues tambien te pueden cascar.