Cuando escasos meses atrás una oleada de indignados ciudadanos en países árabes comenzó a cambiar el mapa político desde más allá del Magreb, me pregunté si la pusilánime Europa, no la de los gobiernos y sus gobernantes, que sin duda también lo es, sino la que ha sido sostén y motivo central del florecimiento de la Democracia de la que el Viejo Continente tan frecuentemente presume, o sea las gentes de Europa, los europeos, serían capaces de alzarse por encima del Status Quo que ha ido comiendo poco a poco sus derechos constitucionales, con el consentimiento absurdo de unas gentes que pensaban que estaban gobernando su propio futuro por votar cada cuatro años unas listas de extraños a los ayuntamientos, las autonomías o el Parlamento.
Acostumbrados como estamos a que las manifestaciones callejeras estén lideradas o empujadas por colectivos religiosos, sindicatos, anarquistas, pro-separatistas, partidos de izquierda o de derecha, el desconcierto para quienes esperaban la ininterrumpida somnolencia de unas gentes habituadas a dar la callada por respuesta al sistemático pisoteo de sus derechos democráticos, ha sido mayúsculo y tan pocos son los poderes capaces de entender lo que está pasando que, en período de elecciones, unos y otros están tirando de esta revolución histórica que no ha hecho más que empezar, que desoye los cantos de sirena de un lado u otro, porque ya se conocen las cantinelas facilonas que han llevado sus bolsillos y su futuro a la ruina. No estamos hablando de una revolución comandada por siglas. Estamos hablando de la Libertad guiando al Pueblo.
Gente de todas las edades, estratos sociales, nivel cultural e ideología política se han sumado y sumarán a lo que está sucediendo, porque lo que no debemos dudar es que lo está pasando no es frivolidad de un día. Aunque es cierto que el detonante principal ha sido esta crisis que no acaba de irse y cuyos efectos seguirán sacudiendo los bolsillos durante mucho tiempo, sin embargo, las reivindicaciones van por la imposibilidad de poder adquirir una vivienda, como pudieron hacer nuestros padres, por estar obligados a sobrevivir con sueldos escandalosamente bajos, mientras vemos desaparecer, sin poder hacer de momento nada al respecto, la posibilidad de que llegados a la vejez, el Estado nos dé algo más que una palmada en la espalda antes de retirarnos cualquier tipo de compensación o beneficio.
Antes de que todo esto empezase me planteé escribir una entrada que no pudo haber encontrado mejor momento para su publicación, que este que estamos viviendo. ¿La inspiración? El silencio de los ciudadanos de la Europa que presume de ser cuna de la Democracia y padre y madre de Occidente, ante la ramplona indiferencia de sus gobiernos con los derechos de la Comunidad LGBT. El aplastamiento, las negativas, el arrinconamiento, la humillación de la mayoría de los paises europeos con el derecho fundamental de cualquier ciudadano gay del continente, de obtener la equiparación, sin discusión, de sus derechos con los de cualquier otro ciudadano, del mismo modo que estamos todos sujetos a las mismas obligaciones, es un acontecimiento vergonzoso que no ha conocido una respuesta activa y constante en las calles, porque redes sociales y blogs soportan y sostienen viva una lucha que sin embargo, si no se ve viva en plazas y avenidas, no altera el orden, no conmueve, no sacude e inquieta las conciencias de los que, en efecto, controlan un poder que ahora el pueblo quiere, con todo el derecho de nuestro sistema democrático, hacer rectificar.
El acontecimiento histórico que estamos viviendo y que tendrá consecuencias más positivas que negativas para todos y que representa los deseos y las frustraciones de la mayoría de los ciudadanos, debería ser plataforma para nosotros también y debe serla. Delante nuestro se encuentra un panorama de incertidumbre que incluye el posible ascenso al poder de una formación política que amenaza, sin decirlo aún explícitamente, derechos esenciales que hemos ganado, tras mucho sudor y lágrimas, en los últimos años. En las calles hay miles. Sumándonos a conciencia a esta revolución multicolor, luego acogedora, seremos muchos más los que expresemos, esta vez acompañados, que estamos hartos de ser marionetas, de que se desoiga la voz de los más afectados, de que se justifiquen, con nuestros silencio, sus peores acciones.
John Fitzgerald Kennedy, en su discurso inaugural como Presidente de los Estados Unidos, el 20 de Enero de 1961, dijo ‘No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país’, incitando a los norteamericanos a ser más activos, a ser ellos mismos los que decidiesen cómo querían ver su futuro y cómo hacerlo rectificar en pos de sus propios justos sueños y necesidades. Como miembros de una comunidad que padece los mismos males que los manifestantes exponen y que son los nuestros, meditad en conciencia si vale o no la pena salir a la calle para exigir, además, que se respeten nuestros derechos y que se equiparen los de los otros a los nuestros. Elegid, en definitva, ser quijotes o testigos alucinados de una historia que a todos nosotros nos afecta.
¡Brillante! Dan… ¡Brillante! muy fino tu artículo, muy a tono con las demandas de cambio en un momento histórico en el que, al parecer, lo tenemos todo y sin embargo estamos desamparados por un Estado que quisiera desaparecer y solaparse tras los intereses privados. No obstante, pienso que hay momentos en los que hay que alinearse con cuestiones un poco diferentes a las nuestras o priorizar entre necesidades. Mientras muchos gays exhiben en blogs, programas de televisión y revistas, su miseria social y su incapacidad de conectar con asuntos diferentes a Britney Spears, Lady GaGa o Perez Hilton, otros sentimos que somos llamados no sólo a participar por los derechos de los gays, sino también por el derecho a la dignidad de todos los humillados (sean gays o no). El hombre que, día a día, suda hasta el cansancio el pan de su familia y que, como premio, recibe la indiferencia del Estado y el repudio de las élites, me importa más en su humillación y en esa sensación de ser un «don nadie», que el derecho caprichoso de un gay que quiere casarse por el simple hecho de poder hacerlo (así implique divorciarse a los dos meses). Lo que digo es que hay que buscar un pensamiento reflexivo que se ocupe de los marginados y no tanto de «nuestra marginación». Insisto, no niego nuestras necesidades pero espero que, como humanos, todos podamos participar en el proceso de devolverle la dignidad a la mujer gorda que recibe burlas, al niño afeminado que no resiste el colegio por la intimidación, al hombre que lucha día a día y día a día se le dice que no vale nada, al sindicalista que arriesga su vida por no ir en favor de los intereses de las multinacionales, en fin… espero que la vida de mi hermano humillado pueda importarme tanto como mi propia humillación cuando me han dicho: ¡sucio maricón!
Un abrazo y gracias por tu artículo.
¿Tener la posibilidad de unirse en matrimonio es un «derecho caprichoso»?
Da igual si nadie quiere casarse, si quiere durar dos meses, o si quiere pasarse toda la vida, pero deben tener los mismos derechos que los demás, y el matrimonio, además de un derecho, tras prohibirnos acceder a él, se ha convertido en un símbolo de igualdad y nos muestra que nivel de aceptación existe en los países según si se permite o no.
Por lo tanto, de capricho, nada de nada.
El artículo es increíble, creo que es una de la pocas cosas que he leído últimamente que manifieste preocupación por la situación miserable en la que vivimos sumidos gran parte de la población. Y con miseria no sólo me refiero a la recesión económica.
Pero lo que es realmente brillante es tu comentario que, sin desmerecer el artículo, consigue desviar el enfoque un poco «gay-individualista» y hacer un llamamiento a la solidaridad entre todos, con mayúsculas, sin distinción ninguna.
Yo también opino que conseguir igualar no sólo el estatus jurídico, sino el social, entre heterosexuales y comunidad LGBT es crucial para ver nuestras necesidades colmadas, pero aludir únicamente a nuestras desgracias lo único que conseguirá es lo que la élite dominante desea: alienarnos a todos un poco más para que jamás nos unifiquemos y nos reivindiquemos contra ellos en pro de una verdadera democracia.
Touché!
Suenan vientos de cambio… lo del 15M solo ha sido la mecha.
Espectacular artículo, muy incitador al cambio y a la revolución, y he de confesar que profeso gran devoción por la obra elegida para ilustrarlo. Increíble!!
hablando desde mi ignorancia, me pregunto ¿porque ahora y no antes?, especificamente, ¿que reclaman y que solución piden?. Me parece muy bien que el pueblo se levante, pero dicen que hasta el domingo, ¿por que?. Cuando alguien se manifiesta, busca soluciones, busca un cambio, ¿que cambio? si no quieren que sean psoe-pp, pues que voten a otros.