Son muchas las cosas esenciales que las parejas y matrimonios LGBT están contribuyendo a construir en todo aquel lugar donde su reconocimiento legal existe. Si me apuran, incluso en aquellos sitios donde, bochornosamente tal circunstancia aún no sé da. Por ejemplo, están contribuyendo a armonizar un mapa humano que va creciendo como una red imparable, que lejos de agobiar a aquellos que, fuera de nuestro colectivo, veían con absurdo temor la equiparación de nuestros derechos como una amenaza a no sabían qué, comprueban como la sociedad se está enriqueciendo con un tejido distinto que armoniza y engrandece.
Así como entre mediados de los 40 y mediados de los 60 del Siglo XX tuvo lugar un notable crecimiento demográfico bautizado en Estados Unidos como Baby Boom, ahora, algunos comienzan a denominar a la presencia cada vez mayor de parejas LGBT con hijo, Gayby Boom.
Ortopédica o no, sin embargo tal denominación responde a una realidad de la que se hacen eco los medios. En California, por ejemplo, de las 125.516 parejas gays casadas o unidas legalmente según el estado, el 21% tienen hijos. En ocasiones, son hijos naturales de uno de los componentes de la pareja, que han recurrido a vientres de alquiler o donantes de esperma para compartir además de amor desmedido, genes. También, obviamente, están los hijos adoptados por parejas, que por algún motivo o ninguno en especial salvo el de dar hogar a jóvenes que carecían de él, han entrado a formar parte permanente de sus vidas.
California no es una excepción. En estados de tradición más conservadora y población mucho menor como Wyoming, un porcentaje semejante de parejas gays de entre las parejas de cada estado, también están compuestas por padres e hijos. El número de hogares LGBT con hijos no ha dejado de aumentar claramente en los últimos años, y si en 2000, el porcentaje medio se situaba en menos del 10%, hoy se acerca al 20%.
A esto, habría que sumar los numerosos casos de LGBT solteros también con hijos. De este dato, aunque la fuente carece aparentemente de cifras estadísticas, existe también un alto porcentaje que no hace más que aumentar la normalización de un nuevo tipo de familia que todos estamos deseando ver multiplicado.
Vía I Advocate.com
y aún niegan la normalizacion, no hay mayor ciego que el que no quiere ver.
Jo! ojalá llegáramos al punto en que cosas como ésta no fueran noticia, sino que cada uno pudiera hacer con su vida lo que quisiera, respetado por la sociedad si no aceptado, y gozáramos de la verdadera libertad que imprime la Constitución Española para satisfacer nuestros instintos teniendo la pareja que queramos o pudiendo criar a niños si ése es nuestro objetivo, es decir, viviendo la vida como a cada cual le de la gana, encargándonos solamente de alcanzar nuestra propia felicidad, que ya es muy díficil, en lugar de tener que llevar una pugna constante y exhasperante con prejuicios, homofobia, sexismo y miles de males imperantes hoy día.
estoy de acuerdo pero me temo que todavía queda mucho trabajo…
Lo de ‘Gayby Boom’ me ha matado, qué bueno!! 😀