A finales del pasado mes de agosto, en Ambiente G os informamos sobre la beatificación de un cardenal presuntamente gay.
El cardenal en cuestión era John Henry Newman, un inglés reconvertido al catolicismo que pidió ser enterrado junto a un íntimo amigo.
Ahora, Ian Ker, biógrafo del cardenal Newman, ha respondido a lo que considera «calumnias» sobre la vida del futuro beato.
Según Ian Ker, el cardenal fue enterrado en la tumba del sacerdote Ambrose St. John simplemente porque fue su voluntad, y porque estaban unidos en una muy buena amistad.
La defensa del cardenal Newman la realizó Ian Ker a través de una artículo «John Henry Newman y el sacrificio del celibato» que ha publicado en L’Osservatore Romano.
En dicho artículo, Ian Ker explica que tras tomarse la decisión de «exhumar el cuerpo del venerable John Henry Newman», se han producido una serie de reacciones, refiriéndose en concreto a las que proceden del lobby gay, un lobby que «pretende manipular la figura del Purpurado para impulsar su agenda».
Ian Ker señala en el artículo que la protesta de los homosexuales tienen una «implicación malintencionada porque difunde la especulación de que Newman habría querido ser enterrado con su amigo porque habría estado ligado a él por algo más que una simple amistad».
Ker compara este caso con el de C.S. Lewis y su hermano Warnie, quienes fueron enterrados en la misma tumba por deseo expreso de ambos, y a quienes según el biógrafo, nadie acusa de sentimientos incestuosos.
También usa como defensa el caso de Dorothy Collins, la secretaria de G.K. Chesterton, una secretaria a la que tanto el escritor como su esposa trataron como una hija, mostrando su deseo incluso de que los restos de Dorothy fueran cremados en inhumados en la tumba de los esposos Chesterton como prueba de amor filial.
Yo realmente, no se si sería gay el cardenal Newman o no, y la verdad es que ma la trae un poco al pairo, como se diría coloquialmente, pero desde luego, basar parte de la defensa en la comparación de dos hermanos que fueron enterrados conjuntamente, no dice mucho en su favor. Creo que no es comparable el deseo de dos familiares a ser enterrados juntos, frente al de dos «amigos» que expresan su deseo de ser sepultados en la misma tumba.
La pena es que a estas alturas de la vida, todavía estas cosas sean motivo de discursión. Que cada uno sea lo que quiera ser, y ya está.
Vía I Aciprensa
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