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Mamá, no tuviste cojones…

25/11/2006 por Arturo

malos tratos…y parece ser hereditario.
Recuerdo aquel invierno de mis trece años. Aquella tarde sonó el teléfono y no sé el porqué mi abuela y yo nos miramos instintivamente.

Allí estábamos todos, alrededor del teléfono que pasaba de mano en mano intentando entender lo que pasaba.
Dejando atrás historias oscuras, reproches pasados, malos actos y hechos nada recomendables. Todos estuvieron allí. Todos se pusieron tu disposición aún cuando ya antes nos hubieras traicionado y mentido.

La situación era extrema y había que actuar rápidamente. Mi madre y mis hermanos estaban en su casa, pidiendo ayuda a su familia. Una familia a la que no veía desde hace mucho tiempo, pero que jamás le había olvidado.
Su marido y padre de mis hermanos había sido llevado a la comisaría por una pareja de agentes.
Insultos, vejaciones y abusos verbales eran algo corriente en su relación. El puño sobre tu cara, seguro que no te era desconocido aunque dijeras lo contrario. Pero esta vez había cruzado la frontera, la línea que hizo que nos llamaras y quisieras huir y empezar de nuevo.
Rápidamente mandamos un coche a por ti y mis hermanos y cuando llegasteis a casa nadie os pregunto nada, simplemente dónde querías dormir y si teníais hambre.

kalcetin.es

Yo miraba a mi hermana de 9 años, e intentaba ver en sus ojos el dolor, el rencor hacia su padre por haberle pegado. Incluso intenté encontrar en ella un sentimiento de sorpresa, de nerviosismo. No lo encontré.
Encontré la misma mirada que yo pude tener cuando vi por primera vez a mi padre. Miradas de indiferencia, de sentimientos apaciguados por todo lo vivido anteriormente.
Conseguimos una casa de acogida en León, no podríamos tener contacto con ellos en varios meses. Ellos deberían desaparecer para que él no los encontrara.
Llevábamos años sin vernos, y sin embargo sentía que por primera vez les echaría de menos. Quería abrazar a mi madre, decirle que quería conocerla de verdad y ayudarla a descubrirse a sí misma.
Pero una única llamada suya, a las dos de la mañana hizo que todo volviera hacia atrás. Una maleta mal, un coche de vuelta y vuelta a la misma “normalidad” de antes.
Los golpes no se repitieron, aunque su relación y trato siguió siendo tan repugnante como antes.
Ahora, la enfermedad le golpea a él en el hígado, los riñones, le tapona las arterias y le machaca la mente.
Sin embargo, yo no quiero que muera. Él es su amor y el padre de mis hermanos, y tienen derecho a quererle. Él no tiene derecho a pedir perdón, porque eso jamás se perdona ni olvida.

Mamá, no tuviste cojones de empezar de cero, y eso parece ser hereditario porque todavía no he tenido el valor para intentar conocerte y dejar que me conozcas tal y como soy.

Si necesitas ayuda | 900 191 010 – 900 152 152 (mujeres sordas)
Enlaces | www.malostratos.com,

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Comentarios

  1. Bloodsucker dice

    25/11/2006 en 14:01

    ohms…

  2. Radioboy dice

    01/12/2006 en 01:41

    pero… ¿qué es?

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