Dicen que las comparaciones son odiosas, pero es que en este caso nos viene como anillo al dedo. ¿Os acordáis que hace algunos años el líder iraní Mahmud Ahmadineyad tuvo la desfachatez de decir que en su país no existían los homosexuales, pese a que de vez en cuando nos sorprenden noticias que informan que ha sido ejecutado algún gay.
Ahora, el alcalde de la ciudad rusa de Sochi ha hecho unas declaraciones similares, al afirmar sin pudor alguno que en Sochi no hay ningún homosexual. Como lees, según el regidor de esta ciudad que acogerá los Juegos Olímpicos de Invierno, entre los casi 350.000 habitantes de esta localidad rusa no hay ningún ciudadano homosexual.
Estas palabras, pronunciadas en una entrevista en la cadena británica BBC fueron matizadas en una pregunta posterior, cuando el alcalde de la ciudad, Anatoli Pajomov, al decir que no estaba seguro de que no hubiera gays en Sochi, aunque él al menos no conocía a ninguno.
Además,rozando el cinismo más burdo, el alcalde de Sochi aseguró que los turistas y los deportistas homosexuales serán bien recibidos en su país siempre que respeten las leyes rusas y que no quieran ‘imponer sus hábitos’, negando que los gays que lleguen a Sochi vayan a ser perseguidos.
Vía I La Voz de Galicia
Hola, soy el alcalde de Sochi y soy idiota.
Si los gays de Sochi se visibilizaran podrían ser acusados de propaganda homosexual además de sufrir el rechazo de su homófoba sociedad.
Será que no hay homosexuales porque matan a los que lo son?… en fin, lamentable…
¿A qué le temen? Pareciera que la homosexualidad es algo extremadamente poderoso y tiene que ser censurado cual político «de izquierda innovador». Me parece risible que se considere a la homosexualidad con tanto poder, digo,al menos yo me siento muy normal (soy gay) como para que me tengan tanto miedo….
Lo que no hay seguro es abundancia de neuronas en la cabeza del alcalde…
Traducción de las palabras de este «señor»: No me importa que vengan homosexuales mientras se comporten como heterosexuales. Que triste que no se puedan cambiar el lugar de unos juegos olímpicos, porque sería el palo ideal para que aprendieran la lección.