Alguno de vosotros ya se lo temía, y finalmente se ha producido la primera respuesta internacional a la ley antigay de Uganda: el Banco Mundial ha pospuesto la ayuda humanitaria dirigida al país como medida provisional tras ser aprobada la ley antigay. Pagan justos por pecadores, porque por una ley así, dictada por un mentecato, afectará ahora a cientos de miles de ugandeses que van a ver como un proyecto de desarrollo del sistema de salud, se ve paralizado.
Son 90 millones de dólares los que el Banco Mundial tenía previsto prestar a Uganda, pero tras la decisión de su presidente, Yoweri Museveni, de firmar la ley antigay, el organismo ha preferido posponer ese dinero para revisar que los objetivos del prestamos se van a cumplir.
Países como Dinamarca y Noruega ya han anunciado que van a redirigir la ayuda económica que prestaban al gobierno de Uganda para que sean recibidas directamente por las agencias de ayuda. Lo que yo me pregunto ante todo esto es… ¿Dónde está la respuesta internacional a la ley de Putin en Rusia? ¿Sólo nos «atrevemos» con los pequeños?
Vía | BBC
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La verdad que ya era hora, es grato ver que se realizan algunas medidas reales de presión más allá de las comunes y a veces tímidas condenas de diversas personalidades políticas de relevancia. Lo que ahora, como bien se dice al final del post, queda por ver si esta presión se extenderá a países más poderosos.
Bueno, creo que en estos casos dejar abandonado al país puede resultar incluso contraproducente. En países como Uganda, la pobreza, la marginalidad, la falta de educación y por tanto el gran peso de la religión en la sociedad es lo que hace que se promuevan leyes homófobas y discriminatorias. Tampoco debemos olvidar que una inmensa mayoría de Ugandeses y Ugandesas aprueban este tipo de medidas, así que tampoco son tan justos. Pero creo que es fundamental la ayuda al desarrollo. Si se acaba con la pobreza, con la marginalidad y se promueve una educación basada en principios democráticos de igualdad y respeto, se conseguirá que la religión deje de tener tanto peso y que no vuelvan a promoverse determinadas leyes. Con esto no quiero decir que no se debería hacer todo lo posible que para que Uganda para poder recibir esas ayudas acabase con esa absurda y terrible ley.
Pero si abandonamos a África a su suerte, conseguiremos precisamente lo contrario de lo que estamos buscando. Conseguiremos que la desigualdad y la discriminación sean cada vez más fuertes.