En un instituto del area de Chicago, cada año se celebra «el día del silencio», patrocinado por la alianza hetero/gay, durante el cual no está permitido que los estudiantes hablen, como metáfora del silencio al que deben enfrentarse los estudiantes homosexuales en el día a día.
Durante ese día y los anteriores, los estudiantes suelen escribir mensajes en sus camisetas y chapas, como forma de mostrar apoyo a los gays y lesbianas.
El «día del silencio» de hace dos años, una estudiante, Heidi Zamecnik, decidió ponerse una camiseta elaborada por ella misma en la que se leía algo así como «Sé feliz, no gay».
El juego de palabras ofendió a muchos y la dirección del centro expulso a la chavala, ante la negativa de ésta a quitarse la camiseta.
A partir de aquí comienza un interminable periplo judicial, que aun hoy persiste. Parece ser que la justicia insiste en dar la razón a las autoridades educativas; pero no es eso lo que me importa realmente.
Heidi ya no es estudiante de ese centro, pero la polémica suscitada por su camiseta parece no tener fin. Desconozco si Heidi quiso hacer una broma, o realmente fue un comportamiento conscientemente homofóbico; pero consideró que el castigo a una adolescente no es la mejor manera de erradicar la homofobia de las aulas.
La educación en valores como la tolerancia y la empatía; la solidaridad y la libertad, es una forma mucho más sana y eficaz de luchar contra las fobias, cualesquiera que estas sean.
Es un trabajo arduo, que requiere mucho tiempo y, quizá, más de una generación para que surja efecto; pero la vida es una carrera de fondo, las cosas no cambian de un día para otro.
Vía | BollingBrook Sun