En los últimos meses os hemos ido informando de los ataques que ha sufrido el club gay más grande de Rusia, el «Central Station». El que ha sido el club más importante de Moscú, ha sufrido agresiones, ataques en forma de disparos, gases, presiones… todo, claro, con el amparo de un gobierno que ha allanado el camino a este tipo de comportamientos.
Finalmente, el «Central Station» no ha podido soportar más y ha cerrado sus puertas. A principios de año, su fundador, Andrei Lischinsky, ya dejó su cargo cansado de que la policía se negara a investigar los incidentes y, por tanto, se viera totalmente desamparado. Porque no sólo el local había sufrido ataques, incluso su coche había sido quemado.
El co-propietario del club, Iija Abaturov, acaba de confirmar que lo mejor es cerrar el «Central Station». Una mala noticia que ha caído como un jarro de agua fría entre el colectivo. Una batalla perdida.
Vía | PinkNews
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¡Que pena y que impotencia! (Y más la que deben sentir ellos).
Mierda de país y mierda de gente.
Yo pienso que esto se veía venir, porque tal y como estaban las cosas en Rusia, era inminente el cierre de Central Station. Lo que hace falta ahora es que se siga luchando en los países europeos y occidentales por los derechos de los homosexuales rusos, concienciando a la gente de la cruda realidad en que viven estas personas y de las vejaciones que sufren en su propio país, así como alertar a la población del posible contagio que se está empezando a propagar ya por los países vecinos (recordemos que Putin ha «conquistado» militarmente la península de Crimea, por lo que ahora los homosexuales ucranianos están sujetos a las leyes homófobas del Kremlin). Y, por último, y esto ya es tarea de la Unión Europea, el Parlamento debe poner en marcha un paquete de medidas que solucionen esta grave crisis de derechos humanos que se está dando en la frontera y que está amenazando la vida normal de los ciudadanos europeos (imposibilidad de adoptar en Rusia, prohibición de mostrar su amor en público si se quiere visitar el país sin problemas), así como ofrecer asilo político a los miles de homosexuales rusos que están debatiéndose entre el suicidio o el ostracismo perpetuo.
Te encuentro razón. Pero a la gente no le interesa.