Hasta ahora los mormones definían la homosexualidad como ‘diabólica’ y el resultado de unos padres desastrosos.
Ahora, en una publicación de la Iglesia llamada ‘God Loveth His Children’ –Dios ama a sus hijos-, afirman que la homosexualidad no es algo que se escoja ni que se aprenda y aconsejan que no se marginen a los hijos gays.
No obstante, la iglesia sigue esperando que sus fieles homosexuales sean célibes. Al parecer, si así lo hacen, acabarán teniendo sentimientos heterosexuales.
Esto puede parecer retrogrado, pero la mejora es sustancial: en 1974 un panfleto de dicha iglesia castigaba a los padres de homosexuales por haberlos educado ‘tan mal’.
Los allegados a la Iglesia dicen que este cambio no se debe a una revelación religiosa o a una variación de política sino que simplemente se trata de seguir un camino que cogieron tiempo atrás –en 1992 los mormones aceptaron que la homosexualidad era algo biológico- y que pretenden seguir explorando.
Vía | Daily News
Algo es algo.
Bueno, por un lado me alegro de que apenas en quince años hayan evolucionado de ese modo, pero me suena a maniobra de conveniencia (que bienvenida es en cualquier caso), a propósito de que Mitt Romney, uno los aspirantes a la candidatura republicana a la presidencia de los Estados Unidos, es el primer mormón con aspiraciones reales a la presidencia (John McCain es demasiado mayor quizás y Rudolph Giuliani demasiado izquierdoso para ser republicano, entre otras cosas).
Hay una cierta sensibilidad que está creciendo por todos lados en los Estados Unidos hacia la regulación de parejas del mismo sexo, que llevará un tiempo pero que es del todo imparable, con lo cual, un candidato vinculado a una religión y o unas ideas demasiado opuestas a esta «sensibilidad» puede perder muchos enteros incluso entre cierto sector de votantes tradicionalmente conservadores.
Sean cuales sean los motivos, bienvenido sea el tímido progreso. Mejor eso que caminar patrás, como el grupo de tontos que comanda B16.