Estoy cansada de oír decir a la gente –incluso a gays- que si el uso de la palabra matrimonio sulfura tanto a los conservadores pues llamémosle uniones.
Puede parecer algo banal –porque llamarle A o B aparentemente no modificaría el resultado si se le dan los mismos derechos al matrimonio heterosexual que a las uniones civiles gays-, pero no lo es: la disparidad en las nomenclaturas es una enorme diferencia cuando lo perseguido, precisamente, es la eliminación de la discriminación. ¿Alguien se acuerda de los negros norteamericanos sentados al final del autobús? ¿Alguno de nosotros diría hoy en día: ‘bueno, pero podían ir en autobús ¿no?’; nadie lo diría, porque todo el mundo sabe que la cuestión no era ir o no ir en autobús, sino la discriminación por razón de la raza.
Pero es que además, para todos aquellos que crean que en cualquier caso da igual uno u otro nombre, les sugiero que consideren lo siguiente: si el matrimonio gay se llama ‘matrimonio’ y está incluido dentro de la ley de matrimonios –tal y como está legislado en España- cualquier ventaja fiscal o social que reciban los matrimonios heterosexuales la recibiremos también los matrimonios homosexuales porque hay una ley que los engloba y no los distingue.
Pero si nuestros matrimonios homosexuales se llamaran ‘uniones civiles’ –como sucede por ejemplo en Inglaterra- la cosa sería diferente, ya que dicha ley puede no estar incluida dentro de la legislación de matrimonio.
Me explicaré con un ejemplo. Imaginemos que el sistema de pensiones flaqueara en un futuro no muy lejano. Seguro que el gobierno, para mantener las viudedades el máximo tiempo posible, trataría de reducir el número de personas que se pueden beneficiar de ellas, de manera que es fácil imaginarles planteándose a quién eliminar de la lista. Si todos los matrimonios están legislados bajo la misma norma –es decir, utilizando la palabra matrimonio, dentro del mismo punto de la constitución- el gobierno, sea del tinte que sea, se verá obligado a hacer los recortes tanto a gays como a heterosexuales por igual.
Pero si por el contrario, estamos ante dos leyes separadas, el gobierno deberá modificar las dos por separado, con lo que nos podemos encontrar con discriminaciones contra los homosexuales. Las leyes que nos apliquen a nosotros pueden ser más duras y pueden escudarse en que, por ejemplo, ‘en su mayoría los gays no tienen hijos’.
¿Algún gobierno se atrevería a hacer algo así? No lo sé, pero como no confío en los políticos, prefiero que no puedan hacerlo.
Menos mal, por fin alguien sensato y que se da cuenta de cual es la estrategia de cierto grupúsculo pseudoliberal con intenciones de gobernar este país.
Gran post, Susana. Has dicho verdades como puños. Ya está bien de aguantar comentarios sin sentido sobre matrimonio o unión civil. Simplemente con quejarse por la nueva ley, nos están discriminando. Que yo sepa, su matrimonio seguirá siendo igual de válido… o no??
Un besazo!!!
100% de acuerdo contigo!
Lo has explicado muy bien y es muy fácil de entender, lo que quiere decir que algunos no es que no lo entiendan sino que no quieren.
También estoy totalmente de acuerdo, además llamarlo uniones sería poner un nombre a la misma cosa, tratarla como algo diferente cuando no es así.
nah no pueden hacerlo, se necesita una amplia mayoría en las cortes para modificar esas leyes, además, atentaría contra la constitución en lo referente a la vulneración igualdad de los ciudadanos bla bla bla…
no obstante que se siga llamando matrimonio, a no ser que la unión heterosexual también cambie de nombre