Comenzaba la década de los años 90, cuando un loco aterrorizó a la comunidad LGBT británica. Tras informar a la policía de que mataría a un homosexual por semana, Colin Ireland asesinó a cinco gays de entre 33 y 45 años sin compasión alguna y de forma meticulada. Cuatro de sus víctimas murieron en menos de diecisiete días, y todas ellas eran clientes habituales del mismo bar, y solían tener prácticas sadomasoquistas.
Finalmente, aquel asesino fue detenido, juzgado y condenado a cadena perpetua por dichos asesinatos. Y casi dos décadas despúes, el británico que asesinó a los cinco gays ha muerto en una cárcel británica a los 57 años, en principio de muerte natural, mientras se encontraba en el centro sanitario de la cárcel inglesa de Wakefield , aunque ahora un órgano estatal independiente deberá llevar a cabo una investigación para esclarecer las causas de su fallecimiento.
Durante la celebración del juicio que lo condenó a cadena perpetua, el asesino, que era heterosexual, se declaró culpable de las muertes. Las pruebas presentadas por la Fiscalía británica eran contundentes, descubriendo que los asesinatos se habían producido con gran sadismo y premeditación, ya que sus víctimas murieron al partirles el cuello tras torturarlas y estrangularlas. Un caso horrible con el que el asesino, según declaró él mismo, únicamente buscaba «publicidad y fama».
Vía I La Vanguardia
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