Es una escena relativamente común en ciertas ciudades. Los predicadores campan a sus anchas lanzando su mensaje, sea el que sea. Y si es un mensaje homófobo, pues también. Es lo que hizo hace unos días un predicador en el metro de Nueva York.
Normalmente, o al menos yo nunca he visto lo contrario, la gente escucha (o hace que escucha), el predicador se desahoga, lanza su mensaje y se va. Pero eso no es lo que pasó en Nueva York, porque un gay que estaba en el mismo vagón, no puedo permanecer callado mientras el hombre se quejaba públicamente de que la sociedad se equivoca al inculcar a los menores el respeto a los homosexuales.
Y entonces el homosexual allí presente saltó, gritándole: «Eres un falso profeta. No escuchen a este hombre. Está asustado. Está lleno de odio. Soy un hombre. Soy un hombre bueno. Y soy gay y Jesús me ama. ¡Jesús me ama!». Lo mejor de todo es la respuesta de los pasajeros: un sonoro aplaus. El predicador se quedó más sólo que la una…
Vía | SDPNoticias
¡Mi héroe del día! Bravo por él, y me enorgullece la reacción de los pasajeros.
Un gran aplauso para este hombre, por favor! Y para el predicador otro aplauso, pero en la cara! De todas maneras hay que ver que espectaculos montan en el metro en esa ciudad. Hacen sentir como que los metros de Barcelona son la mar de tranquilos.
Me hizo el día, muy bueno.