Como dije el otro día con el post de Albania, me encanta dar noticias así. Precisamente, por provenir de países o sectores en los que no las buenas noticias no son muy numerosas.
En este caso, me refieron a la religión, y concretamente, a la Iglesia Episcopal de Estados Unidos, una Iglesia que por suerte, es bastante más liberal que la Iglesia Católica o el Islám en materia de derechos LGBT.
La Diócesis de Los Ángeles ha elegido seis candidatos para ocupar el cargo de Obispo. Y entre los seis sacerdotes candidatos para ser obispo hay un gay y una lesbiana, John L. Kirkley Mary Douglas Glasspool.
La noticia se produce apenas dos semanas después de que la Iglesia Episcopal norteamericana permitiera ordenar obispos gays.
No es la primera vez que se ordena a un obispo gay, ya que tenemos el ejemplo del obispo de New Hamspshire Gene Robinson. Pero sí que sería una de la primeras lesbianas en ser ordenada obispo, en caso de que esta mujer saliera elegida en la convención anual que se celebrará el próximo mes de diciembre en Riverside.
La pasada semana también se produjo un hecho similar en Minnesota, donde la Diócesis Episcopal hizo público la lista de candidatos para ser obispo. Entre los tres candidatos, había una sacerdotisa lesbiana de Chicago.
Como era de esperar, el sector conservador de la Iglesia Episcopal ya ha advertido de las consecuencias que se pueden producir en caso de que se produzcan estos nombramientos.
De hecho, la Iglesia Episcopal, tanto en Estados Unidos como a nivel mundial está a punto de fracturarse entre los partidarios de la igualdad y aquellos que son contrarios a otorgar derechos a los gays.
Pero en lugar de quedarnos con estos retrógrados, prefiero cerrar el post con las declaraciones del Obispo de la Diócesis de Los Ángeles, J.Jon Bruno, un importante y convencido defensor de los derechos de los gays:
Confirmo cada una de las candidaturas y estoy encantado de la amplia diversidad que estas personas ofrecen a la diócesis.
Ójala hubiera en el conjunto de las religiones más gente como J.Jon Bruno. Sin duda, el mundo sería menos cruel.
Vía I El País
Suena bien.
Una buena noticia, sin duda, por dos de las vertientes que se derivan de esta lectura. La primera es que la Iglesia episcopaliana permita que personas homosexuales se ordenen obispos. No comprendo cómo la Iglesia Católica Apostólica Romana proyecta sus recelos transformados en discriminación hacia las personas homosexuales, atacando una de las parcelas de nuestras personalidades. Deben entender que la orientación sexual no es lo primordial de un ser humano. Antes que homosexuales somos personas, y detrás de cada persona existe una forma de ser. La homosexualidad no es más que un trocito de esa personalidad, que comparte lugar con otras características: ser tenaz o inconstante, soñador o realista, reflexivo o impulsivo, ateo o, como en este caso, extremadamente religioso… Pero no podemos medir a una persona sólo por una de las características que compongan su personalidad. De esta manera, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que cualquier persona podría ser homosexual; pero tomar la homosexualidad como rasgo primordial del ser humano podría inducirnos a afirmar erróneamente que «cualquier homosexual podría ser persona», lo que sería (y sonaría) francamente ridículo. Primero está la persona, y después todo lo demás. Y si esa persona es realmente devota de un Dios y quiere dedicar su vida a Él, uno de los rasgos de los muchos que compondrían su personalidad carecería entonces de importancia alguna (siempre y cuando ese rasgo en concreto no ataque ni viole la integridad física y psicológica de los demás ni contradiga la constitución vigente o los derechos humanos estipulados).
El otro hecho destacable de la noticia es sin duda que Mary Douglas Glasspool pueda llegar a ser obispo. Nó sólo porque sea lesbiana, lo que la situaría en la misma condición que su compañero John L. Kirkle, sino por ser mujer. Razón por la cual es doblemente discriminada en otras religiones, incluída la islámica o la cristiana católica apostólica romana. En ésta última, como sabemos, las mujeres no pueden ordenarse sacerdotisas; y respecto a la primera… qué podría contarse que ya no se sepa.
Por último, respecto al cisma (separación o escisión en dos de una Iglesia) que pueda producirse en el núcleo de la Iglesia Episcopaliana de Estados Unidos, sólo puede señalarse una cosa: si los detractores de esta realidad no pueden imponer sus ideas, serán ellos mismos los que promuevan bien su independencia, bien la expulsión del grupo que sí esté de acuerdo con la inclusión de personas homosexuales en la jerarquía eclesiástica. Y no sería la primera vez que se produce un cisma. La religión anglicana, la luterana, la calvinista, la episcopaliana… son ramas nacidas del mismo árbol: la religión cristiana católica apostólica romana.
Es extraño… pero bienvenido, supongo. A ver quién «gana».