La Catedral Grace es uno de los edificios más reconocibles de San Francisco y una parada imprescindible para el visitante. Situada en el exclusivo barrio de Nob Hill, frente a dos hoteles históricos, el Fairmont y el Mark Hopkins, esta Catedral es el templo principal de la Iglesia Episcopal en la Ciudad.
La Iglesia Episcopal es la versión americana de la Iglesia Anglicana, aquella que Enrique VIII de Inglaterra creó tras decidir que ya no quería que la Iglesia de Roma decidiera si era correcto o incorrecto que se casase o descasase como, cuando o con quien le viniese en gana, básicamente.
Este post viene a cuento porque estuve allí hace unas noches en un concierto de voces negras, pero aunque no era mi primera vez en el templo, sí que fue la primera en que me percaté de una serie de detalles que me hicieron pensar: «Esta SI es una Iglesia para todos.»
Mientras la Iglesia Católica, la nuestra, la de toda la vida está terminando por ser la «tonta» de las religiones occidentales, tan rezagadita ella que parece que llevase los pañales cargados de plomo, el resto de las Iglesias cristianas parece que van entendiendo a distintas velocidades (y posiblemente la anglicana/episcopal es la que va en cabeza) que las discriminaciones que aún dogmatizan algunas no son más que basura derivada de viejas costumbres de siglos pasados, en que era tolerado, aplaudido y obligado, demonizar a la mujer, al «invertido», al sexo. Epocas en que la esclavitud, el racismo y el asesinato indiscrimado de «infieles» lo llevaban a uno a la santidad.
Es triste que tantísimos hoy den por hecho, que ese pisoteo ILEGAL de derechos humanos debe seguir vigente porque por su linda boca salen proclamas cerdas que presumen ser mandatos divinos.
Volviendo a la Catedral Grace, como su Dean bien dice:
«Es una casa de oración para TODA la gente.»
«El mensaje de San Francisco y de su señor Jesús es impresionantemente simple: Dios ama a cada uno, sin excepción o reserva.»
Nada más entrar a la Catedral, hubo un primer «golpe de efecto» que atrapó mi atención: Dos chicos claramente homosexuales estaban entre los encargados de la taquilla. Cuando llegamos, aún no era hora de entrada, así que esperamos en la cola. Una vez comenzamos a entrar, me encontré con otra emocionante sorpresa. Dentro del Templo, a la derecha, la AIDS Interfaith Chapel, una pequeña capilla creada en la memoria de los que murieron a causa del SIDA, un espacio para la oración por los que la padecen y de recogimiento y meditación para familiares y amigos. La capilla está presidida por un tríptico titulado «La Vida de Cristo», de Keith Haring, artista homosexual, auténtico icono del arte y el diseño contemporáneo, fallecido en 1990 tras una larga lucha contra el infame virus. En la capilla aparecen símbolos representativos del Cristianismo, Islam, Taoismo, creencias indígenas, Sintoismo, Hinduismo, Judaismo, Budismo, Jainismo y otras creencias.
Una vez acabamos de entrar en el templo y tras recorrer la hermosa nave central, iniciada con un enorme laberinto impreso sobre una gran alfombra, un arquetipo, un elemento cargado de simbolismo común a religiones y creencias a lo largo de la historia, y mientras esperábamos a que comenzase el concierto, me puse a ojear un folleto guía sobre la Iglesia, donde se dice que lo mejor de la tradición Episcopal Cristiana abraza la innovación y la conversación abierta, donde gentes de todas las creencias son bienvenidos. Un espacio magnético donde se viene a celebrar, a conversar, a aprender.
Por si todo esto fuera poco (y por si hiciera falta decirlo), en esta Catedral, donde vinieron a orar Martin Luther King, Lech Walesa, el Dalai Lama y Desmond Tutu se bendice a parejas heterosexuales y a parejas del mismo sexo, que aún no teniendo, estas últimas, un valor legal, son reconocidas por esta Iglesia como uniones iguales a los ojos de Dios sea este/o lo que sea.
En definitiva, como os digo. una Iglesia donde todos caben salvo la Intolerancia. En cuanto pueda, me «episcopalizo.» Ya os lo haré saber.
Lo bonito del lugar, ademas del edificio en si, es el aire de respeto que se respira.
Respeto, tolerancia.. algo del todo inesperado para los que hemos sido educados en el oscurantismo católico. Incluso para el no creyente es un lugar fantástico, por las «buenas vibraciones» y porque como bien dices, es un edificio bellísimo, por fuera y por dentro.
«Mientras la Iglesia Católica, la nuestra, la de toda la vida».
Yo soy ateo, gracias, no creo en seres superiores. Pero todos mis respetos para ti y para los que estáis en esa secta.
Desde luego, de estar en esa ciudad, sería el último sitio al que iría… 😛
Saludos
Entonces despreocupate, hombre. Hay mil sitios mas interesantes para ti por aqui.