Muchas veces, nos quejamos como colectivo de que no tenemos referentes. En teoría, no hay grandes figuras que permitan normalizar social e históricamente la homosexualidad.
Pero estas figuras sí que existen, aunque quizás no las conozcamos en profundidad. La verdad es que es un poco lamentable tener que reivindicar la homosexualidad de algunos personajes, pero en este mundo en el que vivimos, en el que una parte de la sociedad nos ve como apestados y como un cáncer para el mundo, no está de más recordar que algunos de los personajes más importantes de la historia universal en ámbitos tan diferentes como la política, la ciencia o la cultura, eran y son gays.
Por eso, queremos invitaros a realizar un repaso por algunos personajes, de ayer y de hoy, que han hecho historia, no por ser gays, sino por sus hechos como grandes hombres y mujeres que han contribuido a que este mundo sea un poquito mejor. Y queremos comenzar este repaso con una de las grandes figuras de la literatura universal, el genial Oscar Wilde.
Oscar Wilde es uno de los grandes dramaturgos británicos, o irlandeses, según se mire. Novelista, poeta, crítico literario y autor teatral, Wilde nació en Dublín en 1854 cuando esta ciudad pertenecía al Imperio Británico.
Lo del arte de escribir lo vivió en casa desde niño, ya que su madre, Jane Francesca Elgee era una importante escritora del momento, destacada militante de la causa independentista irlandesa.
Los primeros años en la vida de Wilde se desarrollan en torno a los estudios, primero en Irlanda, y luego en Oxford, momento en el que recibe algunos premios por su brillante trayectoria.
Tras graduarse, y pasar una temporada en Dublín, Wilde vivió en Londres, París y en los Estados Unidos, impartiendo conferencias.
Precisamente en Londres conoció a la que sería su esposa, Constance Lloyd, hija de un consejero de la Reina de Inglaterra.
Marcando tendencias
Wilde, que basó su vida artística en la teoría del «Arte por el arte», se convirtió en uno de los dramaturgos más importantes del Londres victoriano, creando escuela no solamente por sus obras, sino también por su forma de vestir.
El dramaturgo fue pronto famoso por llevar el pelo largo, y por la profusa y llamativa decoración de sus habitaciones, ya que las plumas de pavo real, los girasoles o la porcelana erótica llenaban los espacios en los que residía Wilde. Además, y en esta misma línea, Wilde criticaba también los deportes considerados como de «masculinos».
De hecho, Wilde tuvo que sufrir algunos ataques por esta particular manera de ver la vida, llegando incluso a ser arrojado al río Cherwell.
Aunque también hay que decir que además de sufrir el rechazo por marcar tendencias novedosas y rompedoras, una parte de la sociedad londinense acogió gustosamente esta renovación estética.
Escándalo en 1895
Justo en el momento en que Wilde se encontraba en la cima de su carrera profesional, el dramaturgo se vió envuelto en uno de los procesos judiciales sobre los que más se ha escrito.
Un proceso judicial que logró escandalizar a la rígida sociedad victoriana, y que le llevó a ser condenado a dos años cárcel y de trabajos forzados.
Wilde, que había mantenido relaciones sexuales con Lord Alfred Douglas, fue acusado por el padre de su amante, el marqués de Queensberry, de sodomía, a través de una campaña difamatoria en periódicos y revistas.
Para defenderse, Wilde inició un proceso contra el marqués por difamación. Pero tras un riguroso interrogatorio, Wilde fue detenido y procesado.
En el juicio, celebrado en mayo de 1895, Wilde fue declarado culpable, y como ya he dicho, fue condenado a dos años de prisión, a pesar de las presiones y de las peticiones de clemencia que se realizaron desde los sectores más progresistas del Reino Unido.
El apoyo a Wilde llegó también desde el exterior, ya que desde algunos de los más importantes círculos literarios de Europa pidieron clemencia para el escritor. Unas peticiones que no se vieron atendidas, por lo que Wilde pasó su pena de forma integra.
Tras salir de prisión transcurridos los dos penosos años, Wilde se vió en la calle arruinado y moralmente hundido.
Desencantado de la sociedad inglesa que le había condenado y destruido, se trasladço hasta París, ciudad en la que pasó lo que le quedaba de vida bajo el sobrenombre de Sebastián Melmoth.
Entre sus obras, destacan publicaciones como El retrato de Dorian Gray, Salomé, una obra que Wilde escribió en francés, o cuatro de sus comedias, El abanico de lady Windermere (1892), Una mujer sin importancia (1893), Un marido ideal (1895) y La importancia de llamarse Ernesto (1895).
Lo considero mi escritor favorito. Me parece muy valiente enfrentarse al padre de su amante ya que dada la moral de la época tenia todas las de perder a mi parecer.
Y no nos olvidemos de Alan Mathinson Turing. Sin él, hoy probablemente hablaríamos alemán, llevaríamos un triangulo rosa en el brazo, y los ordenadores no existirían.
Wilde escribió mientras estaba en prisión una epístola épica a Alfred Douglas titulada De profundis.
Además, la relación entre Alfred Douglas y Oscar Wilde fue recreada por el novelista español Luis Antonio de Villena en su obra El charlatán crepuscular…
Quizás si no hubiese sido condenado por sodomía hoy habría gente que negaría su orientación sexual. Wilde fue muy valiente pero lo pagó caro. La moral victoriana hizo estragos y dejó un reguero de legislaciones homófobas por todos los sitios del mundo donde tuvo poder.
buen articulo, lastima que no fuese gay
Joder, no conocía yo la vida de culebrón de este hombre, si que fue valiente, sí. Pero si era tan peculiar su homosexualidad sería conocimiento público de facto
Juventud, divino tesoro.