Hoy he leído un artículo en el diario El País, en el que se baraja la posibilidad de que a Wagner le gustara vestirse de mujer.
Al parecer toda la teoría ha surgido de la publicación de una carta personal de Wagner, en la que habla de unas compras de ropa femenina, de las que no se tiene constancia que llegaran a manos de su mujer, Cosima, con lo que se supone que eran para él.
Evidentemente en el propio artículo hay voces en contra de la teoría y otras a favor.
Fuera travestido o no, no cabe duda de que solía comprar ropa femenina, lo que, en cualquier caso, debe de resultar inquietante para los que gustan del modelo “vidas ejemplares de artistas ejemplares”. Por fortuna no es mi caso.
Vía | El País
Je, je, je, Susana, en la música clásica no ha habido vidas ejemplares: borrachos, mujeriegos, derrochadores, todo tipo de disolutos… pese a la imagen que se pudiera tener de sus aficionados, me temo que están curados de espanto hace ya mucho tiempo…
Es posible, desde luego. No obstante, tengo la sensación de que todos nos mostramos muy indulgentes con determinado tipo de personas: a los genios se lo consentimos prácticamente todo, especialmente si desarrollan artes cultas, y a las estrellas populares, por así decir, le pasamos la mano más de lo que el buen juicio podría justificar.
Por cierto, ni la menor noticia de que el bueno de Goethe fuera desviado, por utilizar lenguaje insolente 😛 Ahora se explica esa afición suya a las cosas satánicas y malévolas…
Ja, ja, ja, ja, ja…
En eso tienes razón, pero una cosa es ser borracho o mujeriego y la otra es ‘algo tan oscuro’ como travesti o maricón, para que nos entendamos…
Cuando resultó que Goethe era gay no veas la que se lió ;P
Si, al artista se le perdona casi todo, pero que sea, como dices tú, ‘desviado’, siempre resultaba algo más conflictivo.
Ohhhh! Siiiii! Goethe –aparecieron cartas, ya me comprendes…- muuuy desviado! Alemanes muuuuy mucho pelos punta!
Sip, parece que el mundo de la creacion genera «desviaciones».
Yo ya habia leido hacia un tiempo que Wagner fue una «loquilla», lo mismo que Shakespeare, o dicen que Cervantes. Por cierto que si ahora se les considera «altos creadores» por generar cultura culta (valga la redundancia), no hay que olvidar que Wagner, Mozart o Shakespeare eran ya famosos entonces porque eran populares, en la medida en que pueden serlo hoy U2 o Spielberg. Por ejemplo, de «El Quijote» se escribio una segunda parte porque la primera resulto ser extraordinariamente popular. Vamos, como «El Codigo Da Vinci» solo que bien escrita, claro.