Tanto tiempo diciendo que volvían los fosforescentes ochenta, que no nos hemos percatado que ya están aquí.
El look ochentero primigenio consta de bolas de espejos, hombreras imposibles, pantalones cortos de esos que provocan gangrenas genitales, peinados a lo Farrah Fawcett, Brillantina, música disco, patines de bota y fosforescencias varías en tejidos y neones.
¿Y hay algo más marica que todo eso?. Si, los musicales que toman todo ello, lo pasan por la trituradora, lo refríen y lo proyectan con el descaro kitsch oportuno. Y la Real academia de la lengua define lo kistch como un objeto artístico pretencioso, pasado de moda y considerado de mal gusto; pero para gustos estan hechos los colores, también los fosforescentes.
Todo eso y mucho más es Xanadu, el musical recién estrenado en Broadway, basado en la película del mismo título que perpetraron en su día como vehículo de lucimiento de Olivia Newton-John, y secundada por un anciano Gene Kelly.
A todo esto hay que añadir la interesante presencia de Cheyenne Jackson, un cantactor y bailarín abiertamente gay que con patines y ligero de ropa co-protagoniza el musical.
¿Alguien da más?. Nos vemos en Broadway tías!
Vía | Perez Hilton
El chico es muy mono.