Hubo una época en la música española, en la que los padres de los triunfitos aún llevaban uniforme escolar. Fueron los 70, años de complejísima Transición en España. Transición que casi comenzó dos años antes de la muerte de Franco, con el inicio del fin de un régimen fascista agonizante, y continuó durante algo más tiempo de lo que muchos lectores que por aquel entonces no eran ni semillitas reinantes en vientres venerables puedan imaginar. Sin embargo, más de uno de los que estamos por aquí ya teníamos desde hacía tiempo los pañales quitados y nos daban palos en clase los maestros, como método correctivo.
Aquel momento fundamental de nuestra historia fue ideal caldo de cultivo para el nacimiento de un movimiento que ha quedado relegado a las ‘cedetecas’ de nuevos y viejos progres frente a la afrenta de otras músicas más globalizadoras: Los cantautores de la Transición. De entre todos ellos, por lo que sea, nunca pude dejar de adorar a dos señoras que no han tenido luego un ejemplo paralelo: Cecilia y Mari Trini.
La primera, de increíble voz y fresquísima belleza, murió en el tiempo exacto, tras convertirse en un auténtico fenómeno musical, en accidente de automóvil antes de cumplir los 30 años. Mari Trini ha muerto hoy, tras años de semiolvido de una señora de enorme talento que sin embargo no lo tuvo todo consigo.
Quizás por su físico, alejado de cualquier molde de belleza: De baja estatura, sin una silueta aparentemente inspiradora, seca en el gesto sobre el escenario, y con un extraño rictus facial que le acompañó siempre y que le hizo a veces objeto de burlas fáciles, su éxito no fue aún mayor. Quizás su relativamente corta existencia y cierto fervor gay hace que se me antoje compararla con otro de nuestros iconos imprescindibles, la también maravillosamente imperfecta Edith Piaf.
A los 61 años, Mari Trini ha muerto sin poder acabar su último disco ni ofrecer su prometido último concierto. La autora y cantante de éxitos como ‘Yo no soy esa’, ‘Yo confieso’, ‘Diario de una mujer’ o ‘Una estrella en el jardín’, deja un hueco importante que va más allá del concepto ‘rancio‘ que por absurdos motivos algunos tuvieron sobre ella y su incontestable talento.
Por esto último, por su condición icónica para muchos de nosotros, y porque sea cierto o no, resultó que pudo haber sido una de los nuestros, valga este post hecho a la carrera, a modo de despedida.
Vía | 20minutos
Ambiente G | Mari Trini una lesbiana en el silencio público
Anda que no hacía yo el marica delante del espejo con la Estrella en mi Jardín.
Una pena que se nos haya ido.
Si la memoria no me falla diría que la vi en directo cuando era enana…
Esta bien que te hayas acordado de ella
Una verdadera pena, yo la recordaré siempre por Ayúdala y Mi joven profesor de amor. Me encantaba esa mujer y esas canciones en particular.
Me suscribo a todos los comentarios. Una voz genial.
Una voz genial y una personalidad única dentro de la música española. Desgraciadamente, cuando rompes esquemas. dejar de ser pieza fácil de mercadeo, pero esta señora era fascinante. Recuerdo que cada vez que salía en televisión, me plantaba delante embobado. Por muchos motivos fue, entre tanta folklórica y cantautora naif, mi cantautora española favorita.
Yo recuerdo una actuación suya en la tele en la que cantaba dentro de un zapato de tacón enorme. Igual no era ella, pero siempre he asociado su imagen a ese zapato. Es que soy muy joven… jaja.
Yo no la seguia mucho, pero si ha formado parte de mis recuerdos. Lo siento porque aun la quedaba mucho por vivir y proyectos que realizar.
Yo tuve el privilegio de verla actuar en persona.