Hace unos días hablábamos de las posibilidades que tenía Johanna Sigurdardottir de convertirse en el primer político homosexual en dirigir un país. Pues bien, hoy esto ya es un hecho.
Johanna Sigurdardottir es desde ayer la Primera Ministra de Islandia, pequeño país pionero que también ostenta el honor de haber tenido a la primera mujer de la historia en el mismo cargo.
Johanna Sigurdardottir ha llegado hasta aquí después de la dimisión del anterior Primer Ministro a causa de un tumor y como resultado directo de la crisis. Johanna, que estará a cargo del país hasta las próximas elecciones que tendrán lugar el próximo mayo, tiene la difícil tarea de capear la crisis económica mundial que tanto ha maltratado a Islandia, además de recuperar el voto de los islandeses, muy desencantados con su partido y el anterior Primer Ministro.
La elección de Johanna Sigurdardottir como Primera Ministra en un momento tan conflictivo no es algo casual, ya que era la Ministra –de asuntos sociales- con más años de experiencia y la que tenía mayor grado de aceptación en los sondeos: un 73% de los ciudadanos estaban contentos con su trabajo –un porcentaje que no paraba de aumentar-.
Sobre su vida privada, sabemos que tiene 66 años y que se casó en el año 2002 con Jonina Leosdottir, una escritora y periodista. Entre ambas tienen 3 hijos en edad adulta –dos de Johanna Sigurdardottir de su matrimonio con el banquero Torvaldur Johannesson-.
Por cierto, en Islandia les importa un ‘pimiento’ que sea lesbiana y más bien alucinan del eco que ha tenido tema en el resto del mundo, lo que les honra como país.
Vía | PinkPapper | Guardian
Pues yo espero que su partido se hunda en las próximas elecciones y gane el Movimiento de Izquierda-Verde
Pues a mí me gustaría que ganase su partido, porque aboga por entrar en la Unión Europea, los verdes no quieren ni oir hablar de eso.
La Unión Europea necesita países avanzados para contrarrestar todo el fascismo que tiene en el este, si no a este paso el parlamento europeo se va a derechizar totalmente y no tengo ganas de que saquen más directivas de la vergüenza.
Long live Johanna Sigurdardottir.