Al levantarme por la mañana más temprano de lo habitual por un mal sueño, primero me llevé una tremenda alegría al comprobar que entre mis correos nuevos, había uno tuyo. Hacía mucho que no manteníamos correspondencia, confieso que por mi dejadez, en gran parte, pero ambos sabemos que estamos liados, liados, liados. Quizás por eso congeniamos tan bien y siempre estuvimos tan en sintonía pese a la diferencia de criterios en tantas cosas. Por eso y porque cuando nos encontramos en uno de esos viajes que disfruté en los últimos años, más por obligación que por necesidad de un break merecido, disfrutamos del uno del otro, de cada palabra de la boca del otro que nos pareció siempre tan interesante, de cada minuto de la piel del otro, de cada beso, de cada vez que nos apeteció ir de la mano por la calle para envidia de casi todos y sonrojo de idiotas.
Pero al llegar al segundo párrafo, mi alegría se ha tornado a tristeza cuando me has contado que tú también has caído, mi querido niño, mi pescadito moreno, de boca henchida de optimismo y permanente sonrisa de fleco rubio de doma imposible. Te hiciste las pruebas y resultaste ser seropositivo. Por favor, mi nene, dime, ¿cómo coño has caído?
Tras una primera reacción de tristeza, vino otra de enfado y me pregunté cómo dejaste que hubiera sexo de cualquier manera, o de que forma follásteis que el condón se fue a tomar por el culo, o si ya tenías por costumbre hacerlo de cualquier modo, porque tú, J., joven, sano, con miles de planes, ibas a ser inmune, que el cáncer marica no te iba a tocar a tí, que eso les toca a otros.
Una tercera reacción ha sido la típica en mí después de recibir un palo: tomar aire profundamente, darle la vuelta a la tortilla y dialogar contigo porque lo has pedido a gritos acordándote de que me lo querías contar y yo querría saberlo y decirte algo para hacerte sentir acompañado, abrazado a distancia. Intensamente querido, mi pequeño J.
Antes que nada te digo, por favor, mantente positivo. Ahora que la vida te ha empujado y has caído, mantente puñetero, cabezota, arrogante ante semejante ofensa, buscada pero ofensa al fin. Mantente jodidamente positivo. No es un consejo, no es una petición. Es una orden, J. Que no te tiemble el pulso, guapo, que no te veas vencido, porque conozco tus cambios de humor, porque sé de tus momentos de caída libre, ahora más que nunca, arriba, de pie, no quiero ni un paso atrás para tomar carrerilla, no quiero un lamento, no se te ocurra. No lo mereces, ¿me oyes? Lágrimas las que quieras, sobre mí las que hagan falta, para echar toxinas fuera. Para lamentarte por la metida de pata. Después de eso, lucha.
Ahora tienes una vida algo diferente, marcada por el cómo te levantarás al dia siguiente, cuándo será la próxima vez que el estómago no deje moverte de la cama, cuándo te sentirás tan débil que resulte tan desagradable levantarte y trabajar en eso que te gusta tanto que es como ir al patio de recreo. Tendrás que enfrentarte al hecho de que desgraciadamente, el SIDA sí provoca temor, rechazo, que pese a ser un ángel por dentro y pese a ese privilegiado aspecto que tus papás te dieron, habrá quien tendrá miedo a acompañarte en tus ratos de necesidad de comunicación más íntima. Tu cuerpo por momentos no responderá tan plenamente como siempre lo hizo, que no será del todo tuyo, pero ¿sabes qué? Tú a tu medicación y a tus planes, a perseguir tus objetivos, y cuando los alcances, los agarras bien agarrados y al saco de las medallas más merecidas. La vida no acaba, continúa con un agobiante invitado, de los que invitas a cenar una noche pero nunca, nunca se va y cuya presencia es un constante dolor de cabeza… Oh mi nene. Hago una pausa en el párrafo y me digo, ¿cómo has caído?… pero sigo escribiendo, se renuevan las fuerzas, la necesidad de superar el mal trago, la necesidad de hacerte ver que el tuyo, que será seguramente para el resto de tu preciosa vida, me hacen dar de nuevo la vuelta a la tortilla e insistir, insistir, insistir, ahora y cada vez que vuelvas a cagarte en el día que te dejaste arrastrar por la inconsciencia que se decidió aliarse con la mala suerte, J., por favor, mantente positivo.
J, ya no tiene remedio asi que para arriba, y a no rendirse.
Un beso.
JODER. Imposible que no se derrame una lagrimita al leer esto. Qué bonito ejemplo de amistad, y de lo triste que puede llegar a ser que te toque semejante lotería.
TODOS estamos expuestos, hombres, mujeres, gays, heteros… no es nada nuevo. El problema es que, desde hace mucho tiempo, hemos bajado la guardia. Parece que esas cosas sólo les va a pasar a otros…
Hasta que lees algo como esto, y te das cuenta de que una vida llena de ilusión, joven, normal y radiante, se rompe en mil pedazos.
J. ahora, a recoger esos mil pedazos, uno a uno, y a irlos pegando de nuevo. Permítete desahogarte, y reflexionar, pero no te permitas que esto acabe contigo antes de tiempo. Si lo tiene que hacer (que se está avanzando mucho para erradicarlo), que lo haga en su momento, ni un minuto antes. El amor de quien escribe estas palabras, y lo duro que le ha resultado (seguro) escribirlas, dice mucho sobre tí J. No dejes que eso se pierda. Sigues siendo tú.
Un besito, aunque no te conozca, y mucho ánimo.
El post fue escrito desde la angustia, la rabia, el dolor del choque de frente con una noticia tan terrible, pero J, hay miles y cada día caen como moscas, y son jóvenes de cojones y nada estúpidos para tantas cosas pero para estas parecen ser tan tontos.
Cada vez que le pregunto a alguien, de los que han pillado el virus mucho después de que todos supiéramos que anda tocando los cojones a la vuelta de cada esquina de tantas camas, me encuentro con la respuesta que ya esperaba encontrar: No sé, me dijo que era sano y no usamos goma para follar. O fue un momento de pasión, o es que si soy activo, pensé que no me contagiaría, y si no me diese una profiunda pena cada vez por la tragedia de joderte la salud para siempre, les mandaría a la mismísima mierda, porque no ha sido un accidente, un descuido, un contagio de no sé sabe dónde. Cómo leches es posible que se pasen por el forro la regla fundamental y por no respetarla caen todos al final: petarse el culo con goma. Así de jodidamente simple, cojones.
A todos los J., cuidáos y dejad la política de hacer el idiota en la cama, porque el recontagio trae peores consecuencias, y a los que creen que a ellos no les puede pasar, que pongan los pies en la tierra, que tomen nota, que digan «ni de puta coña» te follo el culo o me lo follas sin goma, y además, enseñámela antes, no vaya a estar caducada, ya puestos. Prevenid, chicos, prevenid, joder, que es tan, tan fácil.
No lo habría expresado mejor.