Estábamos el otro día de tapas cuando, no me preguntes cómo, empezamos a hablar de besos negros. Diego comentó de una chica que había afirmado gustarle lo de los besos negros y que desde entonces la tienen etiquetada con un mote al respecto.
Yo, que andaría concentrado en la tapa, la caña o mirando el mail, total que estaba distraido. Pero con los besos negros levanté la vista y me integré en la conversación. Aquello se puso interesante. Siendo toda la mesa heterosexual mixta, los comentarios fueron negativos acerca de esta práctica sexual.
Así que allí salí en defensa del beso negro, paladín del ano. Una práctica, no sólo respetable y practicable, también recomendable y muy muy excitante.
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