Hace un tiempo, alguien me preguntó: ¿Puedo llamarte maricón? Si la pregunta no me la hubiese hecho un amigo con muy poco tacto, el «…ón» habría sonado al mismo tiempo que su coxis al chocar contra el suelo. Me limité a decir que no y tan amigos.
¿Sabéis por que el Día del Orgullo Gay se llama así? Porque habían otras opciones como Día del Orgullo Maricón, Día del Orgullo Bujarra, Día del Orgullo Chupapollas o Día del Orgullo Culoempompa, pero algún tipo de consenso concluyó que el término «Gay» era aquel por el que la mayoría de homosexuales se sentían representados. El resto fueron rechazados porque algunos de los preguntados se sintieron ofendidos en mayor o menor porcentaje con el resto de los términos. Esto no es historia. Pero seguro que estuvo cerca.
Ok, me acuso de ser extremo a veces y de no conceder crédito a aquello que al oir me suena como si me estuvieran dando con lija gruesa en las orejas, pero es que me ha resultado cansino hasta la extenuación leer como en el pregón que supuso el pistoletazo de salida del Europride en Madrid, se nos saludó como maricones (en una frase/broma coreada por risas)… una vez más.