Como siga así, me van a contratar para la sección de necrológicas del periódico local. Pero es lo que hay. Farley Granger ha muerto, y eso es algo que no podía dejar que pasase por encima de nuestras cabezas. Para las nuevas generaciones, e incluso para las no tan nuevas, su rostro y su nombre serán unos completos desconocidos. Tal vez, su homosexualidad nunca disimulada jugó en su contra para que eso sucediera.
Sin embargo, para los de mejor memoria cinéfila, el actor será siempre recordado por sus papeles protagonistas en dos clásicos de Alfred Hitchcock, ‘La soga’ y ‘Extraños en un tren’, dos filigranas del suspense en clave mentes-enfermizas-buscando-ejercitarse y dos de esas películas esenciales en las que el maestro del suspense británico metió clavada la homosexualidad a Hollywood desde el subsuelo de aquello que no se podía mentar.
Fuera de ello, el californiano que renegaba del método Stanislavski, se sumó poco a las reglas de un Hollywood que le quiso apenas, pese a sus poderosos amigos de por allí, porque los rebeldes no son demasiado bienvenidos en un entramado sin sistema de amortiguación. En Broadway le dieron mejor bienvenida. En Europa le dirigió Visconti en ‘Senso’. En el 2007 publicó sus imprescindibles memorias, ‘Include Me out’ y en Nueva York ha muerto hoy a los 85 años. Merecía un respiro. Descanse en Paz.
Vía I RTVE