De nuevo, 1 de diciembre. Un 1 de diciembre igual que el pasado y que el anterior y que el anterior. Un 1 de diciembre lleno de lazos rojos en las solapas y de hombres y mujeres cuya sangre sigue contaminándose día a día.
Voy a pasar de estadísticas. No voy a centrarme en si en este 2009 han aumentado o disminuido los casos. No voy a interesarme en saber si los maricones nos contagiamos más que las bolleras o que los heteros o que los bisexuales. Total, ¿qué cojones importa?
Todos estamos en el bombo. Todos. Y hasta que llegue ese día en el que la vacuna sea una realidad, nuestra única baza es la de la protección. ¿Cómo no repetir eso de que hay que usar preservativo siempre? Eso que, por otra parte, tantas veces he dicho en este blog.
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