El reconocimiento ha sido algo tardío, como el propio premiado cuenta, pero ha sido, que es lo que importa. La Academia Sueca ha decidido conceder el Premio Nobel de Medicina de este año ex-aqueo a Luc Montagnier y a su ex-colaboradora Françoise Barré-Sinoussi, quienes a principios de los 80 dieron nombre y apellido, desde el Instituto Pasteur de París, al terrorífico verdugo.
Con ese motivo, y en una entrevista concedida al diario El País, Montagnier revela algunas claves importantes para saber en qué punto van las cosas en el otro lado, el de los tubos de ensayos y cultivos en probeta.
En realidad no aporta ninguna novedad notable, pero entre tanta noticia de vacunas inmediatas y experimentos fallidos que nos llegan a veces de fuentes semifiables, conforta saber que el ‘padrino’ de la criatura da buenas noticias, pero también puntualiza que los malos siguen y seguirán entre nosotros, al menos por un tiempo.
Por ejemplo, Montagnier dice lo que en el fondo era de esperar: que no hay vacuna a la vista. Al menos vacuna preventiva. Es decir, la que evita que se produzca el contagio. Sin embargo nos da la buena noticia de que en tres o cuatro años sí que podría haber, y en ciencia, los supuestos son supuestos y a veces las conclusiones son volátiles, una ‘vacuna terapéutica’, que evitaría a los enfermos tomar la combinación diaria de retrovirales de por vida. Su objetivo, erradicar la infección, aunque no el contagio. Es una gran noticia, sin duda, pese a que la enfermedad continuaría ahí. [Leer más…] acerca deNobel de Medicina para el descubridor del VIH