En la capital siempre van un paso más allá. Ya he comentado lo impresionable que soy yo, de provincias, que todo me parece muy fuerte.
Leo entre consternado, envidioso y deseoso, que en las líneas 1 y 2 del metro de Madrid hay zona cruising. Como si no tuvieran bastante con sus parques, baños de Atocha y saunas en general. Ahora también en el metro.
Los primeros y últimos vagones son los elegidos para dichos encuentros fortuitos. Y ya no solo es el hecho de practicar sexo con un desconocido (o con varios, según declaran algunos testigos) sino a plena luz artificial y con muchos espectadores. Jugando entre la delgada línea que separa el morbo de la educación vial.
Imagino que esto, como en cualquier cosa, habrá sentimientos encontrados. La gente que lo repudie y lo critique, o quién sabe, incluso algún grupo de energúmenos que vayan a aprovechar a apalizar homosexuales. A la gente que se entere ahora e irá a probar la novedad.
Y es que el transporte público ya no es lo que era, Esperanza.
Vía | Diario Metro