Negro, negro. Como el carbón dulce de los niños malos en Reyes, así es el papel higiénico de Boris.
Aclarar que antes de usar. Así lo comentaron en su programa Channel nº 4 de Cuatro, al hablar de una fiesta a la que asistieron en la casa del venezolano.
Recuerdo las primeras veces que vi a Boris en televisión. Ya no recuerdo ni el año que era, pero el programa se llamaba «Moros y Cristianos«. Recuerdo aquel programa de debate, presentado por Javier Sardá, en el que participaron otros personajes como el padre Apeles, la bruja Aramís, es escandaloso Andrianses o Ramoncín.
En aquellos años, Boris era una especie de empollón. Un hombre con gafitas, acento venezolano más marcado, modosito y bastante amanerado, que defendía con argumentos serios y razonables sus posturas. Por aquel entonces, se alejaba mucho de la figura que le hizo famoso en Crónicas Marcianas, con aquel «tíralo Paul», los gritos, las excentricidades y los posteriores desnudos.
Ahora, maduro, casado y acompañado de una gran profesional de las entrevistas como es Ana García Siñeriz, reparte gracia, ironía y profesionalidad todas las tardes en Cuatro.
Boris, así me gustas más.
Por cierto, la gran cuestión en torno al papel higiénico negro era su capacidad para «chequear». Nula, tal como confirmó su compañera de mesa.
Boris, el papel higiénico negro debe ser algo muy chic… pero no chingues, que dirían los mejicanos. Es terrible tener que descubrir que uno no se limpió lo suficientemente bien el donete al cambiarse los calzoncillos y descubrir que quedaron restos de «nicotina»… a no ser que los calzoncillos sean también negros y siempre negros. Aún así, macho, yo prefiero «ver pruebas» antes de dar por terminada mi vista al trono.
Pues sí Dan, la verdad es que yo también prefiero el papel blanco, o mucho rosa. Eso sí, no sin mis «charmin».
Creo que voy a escribir sobre las mil maravillas y ventajas del papel higiénico húmedo.
Gracias por tu comentario.
Arturo, conozco desde hace mucho las ventajas de limpiarse el culete con papel higiénico húmedo. Es como la prueba del algodón, y además te deja fresquito, fresquito como un bebé con los pañales recién cambiados.