¡Cuidado Spoilers!
Hay algo en esta temporada de The L Word que me hace pensar que no ha empezado nada mal, aunque hecho de menos algunas cosas, como por ejemplo más protagonismo para Bette y Tina.
Otra vez nos encontramos con un capítulo con una carga sexual bastante baja, lo que significa que la acción avanza sin ‘distracciones’.
Mucho me temo que de aquí al final de la temporada nos mostrarán las razones por las que todos y cada uno de los personajes de la serie quieren matar a Jenny. Esta semana ha sido el turno de Nikki.
La acción comienza con Nikki, que se encuentra en algún lugar muy parecido a una versión lésbica de la mansión Playboy –una casa llena de chicas en bikini bebiendo Martini-, y que no para de proclamar a diestro y siniestro todo lo que odia a Jenny.
En The Planet seguimos teniendo dos mesas separadas: la de las cornudas y la de las adulteras. Bette y Tina nos ofrecen un momento cómico cuando se juegan a ‘piedra, papel, tijera’ dónde se sentaran cada una ellas –lo que no es óbice para que luego sigan dale que te pego a través del teléfono-. En estas, y con la intención de unir a las mesas, Bette y Tina anuncian que han empezado los tramites para adoptar otro bebé –y Jenny se cabrea porque ello conlleva obras para hacer una nueva habitación en casa de Bette y Tina, sus vecinas-.
Bombazo: Max está embarazado. Él iba a la última visita para que le operaran los pechos y resulta que se ha quedado embarazado de su relación gay con Tom y ya no pueden operarlo. Intenta abortar pero está de 4 meses y es demasiado tarde, así que descarga toda su rabia contra los testículos de Tom –los verdaderos culpables-.
Al principio Tom no se lo toma muy bien, pero finalmente intenta convencer a Max de que formen una familia.
Shane no puede caer más bajo por Jenny, incluso le lava el coche, haciendo de ‘exclavita’ de una manera vergonzosa.
Joyce aparece en bolas en el despacho de Phyllis. Bette, que está allí acompañando a su jefa para hablar en privado sobre su peliaguda relación profesional con Jodie, queda horrorizada por la visión. Y resulta que toda esta performance es para que Phyllis la acepte en matrimonio, así que ¡tendremos boda!
Alice y Tasha van a terapia pero un psicólogo poco conciliador les dice que no tienen nada en común, que deberían dejarlo. Esta crítica finaliza con un polvo en el coche de Alice. También harán una lista de pros y contras sobre su vida en común –se están tomando demasiadas molestias cuando es evidente que ambas quieren seguir juntas-.
Bette se topa con Kelly, su compañera de cuarto de la universidad, un reencuentro apasionado que se nos presenta como posible flirteo para el futuro. Tina lo ve claramente y lo aprueba pero Bette le asegura su amor incondicional y todo acaba en un polvo del que casi no nos enseñan nada –aunque me gustaría felicitar a la chica de vestuario que le escoge la lencería a Tina-.
En The Hit, la disco de Helena y Kit, aparece como salida de la nada Dylan –quien le destrozó la vida a Helena-. Alice va, en plan ‘matona’, a cantarle las cuarenta, pero es Helena quien finalmente le dejará las cosas claras –evidentemente las volveremos a ver juntas, aunque suena un poco raro después de todo lo que pasó-.
Finalmente Shane decide dejar de humillarse por Jenny –ya tocaba- y va a buscar sus cosas para mudarse definitivamente, y es entonces cuando Jenny se le declara: le dice que la ama y se besan –sé que a muchas os gusta esta pareja, pero a mi me parece muy desconcertante-.
Cosas a no perderse de este capítulo: la extraña barba de Max, las pestañas postizas de Bette –me acabo de dar cuenta de que necesito unas-, el pintalabios rojo cantón de Bette –¿algún día dejarán de vestirla como si fuera la señorita Rottenmeier?-, las gafas wayfarer rojas de Kit y las gogo’s de The Hit.
A continuación, los adelantos promocionales del próximo capítulo.
esta genial esta temporada de l, el primer capi me encanto este todavia no lo he visto