Granada es un país con forma de isla situada en el mar Caribe, de hecho es el segundo país independiente más pequeño del hemisferio occidental.
Hace días salto a las portadas de los medios de comunicación cuando un periódico canadiense se hizo eco, de la intención del gobierno granadino de prohibir la entrada de turistas homosexuales al país.
Parece ser que varios cruceros gays tenían previsto hacer escala en la isla y a sus gobernantes no les hizo mucha gracia.
La noticia provoco múltiples cancelaciones hoteleras por parte de viajeros homosexuales, lo que hizo que las empresas hoteleras elevaran una queja al gobierno.
Dicho y hecho. Donde manda dinero, no manda Marinero.
Teniendo en cuenta que la principal industria del país es el turismo, la ministra del ramo no tardo en convocar a los medios y declarar que los cruceros con pasajeros gays tenían permiso para atracar en la isla de Granada.
«Esta no es un buena noticia para el turismo en nuestro país. Seguiremos recibiendo a quienes nos visiten y trabajaremos, junto con nuestro pueblo, para asegurarnos de que su tiempo en nuestra isla sea agradable. Granada respeta los derechos de todas las personas, sea cual sea su estilo de vida», declaró la ministra de turismo Clarice Modeste-Curwen.
Lo que a la ministra se le olvido mencionar es que las relaciones homosexuales aún siguen siendo ilegales en Granada.
Es decir, podemos viajar a Granada; pero incurriríamos en un delito si tuviéramos relaciones sexuales en el país. O no. Quizá la ley sólo se refiere a aquellos gays que no pueden pagarse una estancia en uno de los lujosos resorts de la isla.
Granada puede dejar atracar en sus puertos a cruceros gays; pero no por ello deja de ser un país que promueve la homofobia y la discriminación de sus ciudadanos. Así que casi que yo no voy a ir a visitarles. Por si acaso.
Vía | Sentido G
En Ambiente G | Turismo
Pues si, se pueden ahorrar el permiso.
A veces, leemos, o nos toca escribir y denunciar en Ambiente G hechos y noticias tan surrealistas y ridículas que parece mentira que ocurran en realidad en pleno siglo XXI.
Pero lamentablemente, la realidad supera a la ficción en lo que a homofobia se refiere. El gobierno de Granada se merecería que se hundiera el turismo en la isla.